Vivimos tiempos históricos. Los actos recientes de los que somos testigos son muestra de una crisis profunda del modelo económico de vida social que se nos ha impuesto a los mexicanos ya durante más de 30 años. De lo que suceda en estas semanas se abrirá una ventana de esperanza o la imposición de más medidas que privatizan la vida (agua, biodiversidad, etc.) y que generan beneficios solo para el 1% de la población, en un entorno de libertades restringidas y voto popular controlado.
Lo cierto es que el malestar mexicano recorre los estados del Norte del país, se profundiza en el Centro y desliza su irrupción hacia el siempre combativo Sur. Los actores son heterogéneos desde campesinos endeudados e inundados de transgénicos en el Norte que se rebelan con fuerza, hasta jóvenes a los cuales el neoliberalismo cerro el futuro que solo ven en el saqueo a las cadenas privadas corruptas acumuladoras de grandes ganancias (Elektra, Soriana, etc.) un espacio de “venganza” social.
Lo cierto es que la dimensión del asunto impresiona. Si fue provocado desde el gobierno pues claramente se salió de las manos.
En muchas partes del país los enfrentamientos con la policía han ocasionado levantamiento populares, como es el caso de Ixmiquilpan, Hidalgo, donde miles de personas hicieron retroceder a la policía, situación similar vivió la costa de Chiapas y se presenta ya en lugares como Jalisco y Michoacan. Y en algo totalmente inaudito la toma de los palacios de gobierno en los estados de Nuevo León y en Aguascalientes. Los cierres fronterizos con Estados Unidos y con Guatemala y la interrupción de salidas de autobuses hacia el Norte del país.
Se reportan además el saqueo de más de 370 tiendas departamentales -de diferentes cadenas comerciales del gran capital- y la afectación a más de 900 pequeños negocios a lo largo del país, ya casi la cifra detenidos alcanza el millar de personas y se reportan ya 4 muertos por las protestas contra el gasolinazo. Textos saldrán en adelante a analizar las revueltas urbanas en el siglo XXI del México neoliberal. ¿Porque en unos estados fueron más fuertes y en otros no?,¿Qué papel jugaron los diferentes actores tanto sociales como políticos en estos hechos que estamos viviendo?¿Cual es el papel del gobierno de los Estados Unidos ante esta situación?¿Que tan dividas se encuentran las elites que gobiernan actualmente México? ¿Qué papel jugaron diferentes movimientos de “izquierda” como MORENA, el EZLN-CNI, etc.?, ¿qué tantos logros o retrocesos se tuvieron?, son algunas de las cuestiones que se buscarán contestar.
Mientras tanto quiero recordar que las rebeliones en los mundos agrarios fueron posibles en diferentes momentos cuando las medidas de los poderosos afectaban fundamentalmente la vida campesina y agraria, así fue de la Revolución de Independencia, la guerra de Reforma, la Revolución Mexicana y el levantamiento zapatista de 1994.
Barrington Moore en su libro sobre los Orígenes sociales de la dictadura y la democracia, señala claramente que los campesinos tendían más a levantarse en el viejo continente, conforme la expansión del capitalismo comercial iba minando los arraigados modos de vida agraria, esta fue la constante sobre la que giraron los grandes procesos socio-históricos instituyentes del México actual.
John Tutino por su parte, explica los procesos de insurrección y violencia a través de cuatro variables que ayudan a explicar los cambios sociales complejos. La primera, son las condiciones materiales de vida. Las otras tres son más cualitativas, la autonomía, la seguridad y la movilidad.
Estas cuatro variables pueden ayudarnos a explicar lo que sucede en México en estos momentos. Sobre las condiciones de vida en México se constata que han caído enormemente en los últimos 30 años, más de la mitad de la población se encuentra en la pobreza y a ello se suma un nivel despojo salarial sin precedentes.
A ello se suma que la autonomía entendida como la capacidad de la gente para producir lo que necesita se ha visto disminuida de manera creciente por las amplias importaciones de alimentos que se han introducido a México con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y el dominio agro-alimentario oligopólico por cadenas tipo Walmart, Soriana y demás, que cada vez mandan más a la quiebra a campesinos y productores agrícolas y a sectores urbanos que enfrentan sus políticas de precios.
La seguridad, por su parte, es confiar en alcanzar la subsistencia a lo largo de un tiempo, eso se ha visto fuertemente reducido en México, ya que no sólo nuestro país posee unos de los salarios más bajos de América Latina (el salario mínimo en México ya es mucho menor que el de Guatemala, Nicaragua, Panamá, Costa Rica, entre otros) lo cual no permite a la gente adquirir la canasta básica alimentaria, como bien documenta Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economia de la UNAM.
En cuanto a la movilidad que es escoger entre diferentes opciones para obtener la subsistencia. Pues la llegada de Donald Trump al gobierno de los Estados Unidos –con el impulso de Videgaray y de EPN- cierra una de las alternativas más importantes para los mexicanos para reproducirse materialmente. A ello se suman los crecientes feminicidios, la inseguridad, el despojo territorial con proyectos mineros, agro-hidro-energéticos y las zonas económicas especiales como punta de lanza de la clase capitalista trasnacional.
En síntesis, México vive una crisis excepcional, donde como bien plantea Cesar Enrique Pineda, veremos si la revuelta se convierte en rebelión en este país. Mientras tanto, hay un empeoramiento enorme de la calidad de vida de los mexicanos con una perdida de derechos sociales y económicos fundamentales, a ello se suma la perdida de autonomía para abastecerse y no hay que lo compense, pues existe enojo. Sumen la ausencia de seguridad en el futuro y lo difícil de la movilidad y estamos prontos a un nuevo proceso instituyente en el país.