martes, 26 de mayo de 2015

Ayotzinapa, fase superior del capitalismo del siglo XXI




Los huérfanos de la tragedia de Ayotzinapa no están solos en la porfiada búsqueda de sus queridos perdidos en el caos de los basurales incendiados y las fosas cargadas de restos humanos.
Los acompañan las voces solidarias y su cálida presencia en todo el mapa de México y más allá…
Eduardo Galeano


Nada es casualidad. El país que protagonizó la primera gran revolución del siglo XX, revolución hecha en defensa de la tierra; el primer país de América Latina en el que, a pesar del robo electoral, la izquierda ganó unas elecciones presidenciales en mitad de la larga noche neoliberal; el país que un año después, en 1989, parió un instrumento político para disputar el poder electoral (mucho antes de que en Venezuela surgiera el Movimiento V República o en Bolivia el MAS-IPSP); el país donde en 1994 hubo un alzamiento indígena y guerrillero para decir basta al neoliberalismo y sus instrumentos, los tratados de libre comercio; ese país que tiene la desgracia de estar tan cerca de los Estados Unidos, convirtiéndose de facto en su frontera sur, transita hoy en el furgón de cola del cambio de época en America Latina y el Caribe.
La izquierda vive hoy de derrota en derrota en la democracia tutelada en que se ha convertido México. No solo el sistema de cómputo electoral se “cayó” aquella noche del 6 de julio de 1988, sino que la llegada al poder de Salinas de Gortari, redujo las esperanzas de derrotar un sistema que al contrario de lo que muchas veces se especula, no ha producido un Estado fallido sino un engranaje perfectamente diseñado para ponerse al servicio de unas elites políticas y económicas. Ese engranaje tiene grietas (muchas por abajo en forma de permanentes conflictos sociales, ambientales o en el ámbito educativo) que de vez en cuando se ensanchan, como cuando en 2006 López Obrador derrotó en las urnas al régimen del PRIAN; pero de nuevo lo que en cualquier otro país hubiese sido suficiente para que la izquierda gobernase, ganar las elecciones mediante la vía electoral, en México se demostró insuficiente.
A pesar de algunas explosiones movilizadoras en los últimos años, la última de ellas del #YoSoy132, movilizaciones que proviniendo de universidades privadas y mediante el uso de las redes sociales llegaron a amplios sectores de la juventud mexicana, no se ha podido hilvanar una continuidad entre movilización y ruptura.
Pero si esas grietas (que hasta el momento el sistema ha podido asumir) no se ensanchan, este trata de recomponerse y reducirlas. México camina de la democracia tutelada a la democracia administrada1 en el que la entrega parcial de soberanía se ha consumado mediante el Pacto por México (firmado también por la corriente Nueva Izquierda que domina el PRD), la reforma energética y la reciente ley que permite a agentes estadounidenses portar armas de manera legal en suelo mexicano.
Ayotzinapa y el disciplinamiento mediante el terror
Esta democracia administrada nace en la medida en que México no sufrió, al contrario que muchos países de la región, la imposición de un régimen militar. El PRI gobernó México durante la mayor parte del siglo XX mediante una dictadura institucional en el que se conjugaba el consenso y la coerción, pero la falta de una dictadura militar generó la imposibilidad de una transición, una revolución democrática y cultural que dejara atrás el régimen anterior.
Fue en los 12 años de gobiernos panistas (2000-2012) de Vicente Fox y sobre todo Felipe Calderón, donde el consenso que comenzó a romperse en 19682 se quiebra definitivamente y México se sumerge de lleno en una crisis de legitimidad, representación política y seguridad.
La criminalización de la protesta, algo habitual durante la pax social priista, sufrió una vuelta de tuerca bajo la excusa de la guerra contra el narcotráfico, y el capital no encontró otra forma de desarrollar una nueva etapa del neoliberalismo que mediante la doctrina del shock, respaldada por un Estado que garantiza la impunidad. Luis Hernández, basándose en diferentes estudios de grupos de Derechos Humanos, calcula3 que en los últimos 8 años y bajo el pretexto de la guerra contra el narcotráfico, 120.000 personas han sido asesinadas, al mismo tiempo que desaparecían a otras 30.000. De Acteal a Tlatlaya, pasando por Atenco, en México se ha fraguado una reactualización del Plan Cóndor que aterrorizó Sudamérica en la década de los 80.
Pero el mismo 2014 en que sucedía la matanza de 22 jóvenes a manos del ejército en Tlatlaya, el terror adoptaba en Ayotzinapa una forma superior. El lugar de las tortugas, según su denominación en náhuatl, pasó a convertirse en el lugar de las torturas, donde se produjo un crimen de lesa humanidad al mismo nivel que los cometidos por los nazis durante el holocausto.
En Ayotzinapa se concentran las peores esencias de un Estado-no-fallido; policía, corrupción y militarismo sumados a la alianza entre la clase política local y el narco. Pero el problema no es ninguna de las anteriores por sí misma, sino la conjunción de todas ellas pasadas por la thermomix del capitalismo, que produce horrores como el secuestro, tortura y desaparición de los 43 compañeros normalistas.
Ayotzinapa, como nos recuerda el EZLN, es una grieta en el sistema. Ayotzinapa supone una anomalía incluso para el horror cotidiano al que estamos acostumbrados en México, anomalía que debe ser utilizada como impulso para articular y cohesionar políticamente a un pueblo frente a las elites políticas y económicas que prefieren ver como se desangra el país que ver reducida su tasa de ganancia. Ese mismo pueblo que se echó a las calles semana tras semana y mes tras mes, pero en forma de multitud, protagonizando marchas multitudinarias donde no se podían identificar organizaciones o líderes de referencia, solo miles y miles de personas marchando.
Tan solo los padres de los normalistas emergieron como única figura legítima y catalizadora del descontento y la rabia. “Fue el Estado” representa el horizonte de interpelación, la posibilidad de transformar la rabia en un movimiento organizado en primer lugar, y en la posibilidad de recuperar un proyecto de nación desde y para las clases populares.
¿Y la izquierda?
La izquierda, la institucional al menos, no está y no sabemos si se la espera. Ningún partido político de la izquierda mexicana pudo tener ningún protagonismo en las marchas de protesta pues de una forma u otra, y en grados diferentes, los principales partidos tenían algún tipo de vínculo con lo sucedido, por acción u omisión. De hecho es significativo que ninguna formación política de la izquierda mexicana haya querido enarbolar la bandera de Ayotzinapa, manteniendo un perfil bajo ante la masacre, pues no cuentan con la legitimidad para representarles ni de los padres ni de la gente que marcha en las calles.
El 8 de junio tocará hacer el recuento de daños tras las elecciones de medio término, y es muy posible que encontremos una izquierda inmersa en la peor crisis de las últimas décadas, con un PRD que no termina de morir (a pesar de que el proyecto histórico ya lo enterraron los chuchos tras la firma del Pacto por México, las elecciones internas y su implicación en los sucesos de Iguala) y un Morena que no termina de nacer (las encuestas le sitúan en torno al 10-12% de intención de voto sin poder arrastrar gran porcentaje del voto cautivo y corporativo que mantiene el PRD, aunque sí sumando el voto de izquierda más ideologizado).
Elecciones que ganará, con un porcentaje superior al 30%, el PRI. Las encuestas le otorgan a todas las “izquierdas” (Morena-PT-MC-PRD) un porcentaje también de en torno al 30%, único dato esperanzador que puede permitir pensar en impulsar algún tipo de confluencia de cara a las presidenciales de 2018.
Dice Luis Humberto Méndez y Berrueta4 que legitimado o no, el poder en México siempre se ha ejercido, en lo esencial, fuera de la legalidad. En México hoy se ha roto de manera definitiva el vínculo entre legalidad y legitimidad. Ayotzinapa implica el punto de quiebre, y una ventana de oportunidad para construir un proyecto desde abajo, desde las mayorías populares, que interpele el poder establecido todavía bajo un aparente manto de legalidad, y construya un proyecto nacional-popular que luche contra la corrupción y la crisis de legitimidad, representación política y seguridad que vive México.
En memoria de Julio Cesar Mondragón y los 43 normalistas; con todo el cariño y amor para sus familiares
Gracias a Luis Hernández Navarro por la revisión crítica del texto
Notas:
1  Ver “Democracy Inc.: Managed Democracy and the Specter of Inverted Totalitarianism” de Sheldon Wolin
2  Año en que se produce la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco por parte del Ejercito y grupos paramilitares que deja un saldo de decenas de muertos y desaparecidos
3  Ayotzinapa: el dolor y la esperanza (revista El cotidiano de la UAM Azcapotzalco)
4  Del nacimiento de un nuevo-viejo PRI y de su sepulturero, Ayotzinapa (revista El cotidiano de la UAM Azcapotzalco)

Los 43 y las elecciones legislativas



La visita de familiares y sobrevivientes de “Los 43” de Ayotzinapa a diversos países del cono sur, entre ellos la Argentina, tiene lugar en el medio de una enrarecida campaña electoral en México, que el próximo 7 de junio elegirá 500 diputados federales, 9 gobernadores y más de 1000 alcaldes. Algunos puntos para comprender un poco más del momento social, político y electoral por demás complejo que vive aquel país:
1 – La situación de DDHH en los estados del sur mexicano es de una gravedad notoria, que presenta pocos antecedentes históricos, y amerita la preocupación de la comunidad internacional, incluidos los nuevos organismos regionales que creó América Latina y el Caribe durante la última década. Al menos siete candidatos, que iban a las urnas en junio, fueron asesinados en los últimos meses, en una situación irregular que atravesó al conjunto de los partidos políticos, y que tiene que ver con la disputa territorial del narco en torno a las alcaldías. Guerrero, donde desaparecieron los estudiantes, es en estos momentos una flagrante “zona liberada”, donde los candidatos deben subsumirse al poder de los cárteles si quieren sobrevivir -electoralmente, políticamente, pero también de forma literal, como lamentablemente se corrobora-.
2 – En cuanto al plano estrictamente electoral, algunas precisiones: el histórico PRI sigue primero en las encuestas a nivel nacional, con un apoyo cercano al 30%, pero es también el partido con más rechazo popular -cinco de cada diez mexicanos dicen que no votaría por el oficialismo de ninguna manera-. En esta última tendencia puede apreciarse el descontento de buena parte de la sociedad civil a la situación de DDHH que vive el país, y en especial estos estados que mencionábamos con antelación. También, claro, pesan en ese rechazo diversos casos de corrupción y una política económica excluyente para las grandes mayorías desde la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), junto a Canadá y EEUU. Aún así, la extensión territorial priista, sin comparación en las demás formaciones, parece aportar a la hipótesis que enuncia que el partido de Peña Nieto no perderá aún el primer lugar electoral.
La contracara es una dispersión de las fuerzas progresistas y de izquierdas: el PRD, aún dañado por la salida de un importante dirigente como Cuauhtémoc Cárdenas, conservaría un no menor caudal de votos -alrededor de 17%, según las últimas encuestas- aunque perdería apoyos hacia Morena, el nuevo partido del dos veces candidato presidencial López Obrador -quien apela a disputar con el PRD intentando retomar el legado de Lázaro Cardenas y Zapata-. Esta nueva formación se colocaría como cuarta fuerza en su primera elección, con cerca del 11% de las preferencias, lo que significaría una verdadera revelación en el tablero político mexicano. Asimismo, la imposibilidad de unidad entre el PRD y Morena podría determinar que el conservador PAN, con apenas 23% de las preferencias, se coloque en el segundo lugar.
3 – Una de las variables necesarias a la hora de analizar los resultados del próximo 7 de junio tendrá que ver con los porcentajes de abstención. A través de las décadas, la participación a elecciones legislativas ha sido inferior respecto a las presidenciales en México -tal como sucede en muchas partes del mundo-. Sin embargo, algunos analistas, como Álvaro Arreola de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), plantean la hipótesis de una abstención que podría ser histórica en esta ocasión, reflejando una “precarización de la democracia”, según amplió este investigador al diario La Jornada. Un ejemplo concreto: grupos de maestros de Guerrero involucrados en el pedido de esclarecimiento del caso de “Los 43” plantean a esta hora no concurrir a los comicios en aquel estado.
4 - Más allá de la cita electoral en sí, la democracia mexicana parece estar en un momento de inestabilidades crecientes y redefiniciones. El emblemático caso de “Los 43”, que continúa sin ser esclarecido, sacó a la luz una situación de vulnerabilidades que tiene ribetes cotidianos -uno de ellos, el control narco del territorio, más allá de la “política formal”-. América Latina en su conjunto deberá tomar nota de esta situación y actuar en consecuencia, independientemente de lo que suceda el próximo 7 de junio, ya que la situación parece haber llegado a un punto límite. La CELAC, que acordó en su cumbre de La Habana 2013 definir a América Latina y el Caribe como “zona de paz”, podría jugar un rol más activo en el intento de resolución de estas problemáticas. Esto no significa que las instancias regionales latinoamericanas deban involucrarse de lleno en decisiones soberanas del estado mexicano, claro; pero parece cada vez más necesario aportar ideas y sobre todo soporte regional (y densidad político-diplomática) a un contexto por demás preocupante, al cual se ha referido, con congoja, hasta el propio Papa Francisco.

Las luchas de Aristegui, de la CNTE y de apoyo a los 43, desnudan a gobierno y empresarios



1. La batalla de la periodista Carmen Aristegui –desde hace dos meses- por su reinstalación como conductora de su programa analítico y crítico en radio nacional, va muy bien desde el punto de vista jurídico. Además de haber sido la locutora más escuchada del país, hoy por su batalla jurídica contra los empresarios y gobierno, ha recibido el apoyo de millones de radioescuchas y de otras miles de gentes por diferentes medios. Para gobierno y empresarios ha sido una mala jugada porque han sido exhibidos –incluso a nivel internacional- como corruptos y déspotas al despedir a quienes se ha atrevido a criticarlos.

2. El próximo martes 26 de mayo se recordará en las avenidas de la ciudad de México la criminal desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa por policías y milicos del gobierno. Muchos padres de los 43 han visitado veintenas de ciudades de EEUU y Europa realizando mítines y denuncias contra el gobierno y los empresarios de México por las desapariciones, encarcelamientos y asesinatos de miles de activistas en el país por el sólo hecho de salir a protestar. Tanto la batalla de Aristegui como la de los padres han contado con el apoyo total de la CNTE que durante tres años ha mantenido un plantón en el DF.

3. En México los empresarios fachos y el gobierno a su servicio, están muy nerviosos porque han estado acostumbrados a despedir en masa a los trabajadores dejándolos sin recurso importante de defensa. Por ejemplo en octubre de 2011 el gobierno de Calderón, asesorado por el secretario del Trabajo, fascista Lozano, despidió a 45 mil electricistas (45 mil); al poco tiempo fueron despedidos cientos de trabajadores de Mexicana de Aviación; los profesores de la CNTE han sido amenazados de cese y, de igual manera, han sido cesados del trabajo a otros miles en la República

4. Si Aristegui triunfa en su lucha que se torna difícil y se ha prolongado dos meses, también los trabajadores del país ganan porque ya no se les podrá despedir –así nada más, como se despiden a miles diariamente en el país- de acuerdo a la voluntad de sus empleadores. Por ello han declarado los patrones que “la aplicación del cuerpo legal que incluye esta consideración en el recurso de amparo de Aristegui, que busca su reinstalación en el espacio informativo que conducía, limitaría la libertad de expresión de las empresas concesionarias e inhibición de las inversiones nacionales y extranjeras”.

5. No solo se impediría a los concesionarios despedir a sus empleados y colaboradores sino que además se les estaría entregando a éstos la operación de la concesión, afectando con ello su facultad de contratación de conductores y periodistas (ley civil), así como para la creación de una obra determinada como lo es un noticiero (leyes autoral y mercantil). Los concesionarios, agrega el texto, se verían afectados al no poder cumplir con su objeto social y se perjudicaría a cualesquier sociedad que opere una concesión, situación que inhibe inversión y perjudica a la industria de la radiodifusión.

6. Gritan molestos los empresarios contra el amparo que recibió Aristegui y exigen que no sea recontratada porque pondría un precedente contra “las inversiones que tanto necesita el país”. Además advierten que se acaba el principio de propiedad y de autoridad “consagrados en la Constitución” porque los empresarios siempre han tenido todo el derecho de decidir sobre sus empleados y contratos. ¿No es acaso un forma de comunismo –lamentan los empresarios- darle más poder a los trabajadores cuando deben ser subordinados del patrón? Por ello parece difícil que Aristegui gane la batalla.

7. Aunque muchos quisiéramos que las luchas de los trabajadores se aceleren para evitar más miseria, hambres y muertes entre la población mayoritaria, la realidad es que sólo se puede marchar al ritmo del nivel de conciencia político-social de la gente. ¿Cómo avanzar más rápido si el sistema político mexicano –producto de una revolución, de un cardenismo, un corporativismo y un presidencialismo- ha sabido controlar y mediatizar al pueblo? Por ello, aunque sean luchas muy lentas y limitadas tenemos la obligación como trabajadores de apoyarlas con toda nuestra capacidad y fuerza.

Blog del autor: http://pedroecheverriav.wordpress.com

jueves, 14 de mayo de 2015

#‎EuroCaravana43‬



Le oigo hablar en castellano, pero su lengua materna es el Mepá, un idioma que se habla en la Montaña de Guerrero (México). Tal vez por eso, la fuerza de sus palabras se corta porque intenta expresar su indignación en “castilla” para que entendamos su dolor. No le conozco, pero se parece a alguien que conocí en México.

Tiene un hijo, Mauricio, de 18 años. Dicen sus compañeros de clase que lo apodan Espinosa “porque cuando quedó pelón –puesto que es tradición en la Normal de Ayotzinapa el que los alumnos de primer ingreso deben raparse–, tiene cierto parecido con Espinosa Paz, el cantante, y porque también tiene así como el bigotito… Él es de un pueblo que se llama Matlalapa o Matlinalapa, algo así, de por La Montaña, y se prepara para ser maestro bilingüe… El compa es tranquilo, pues, se lleva bien con todos, pues, siempre en igualdad con todos…”

Estoy segura de que conozco a este papá. Es campesino. Estoy segura de que platiqué con él y que me habló de su pueblo. Se acordaba de 17 campesinos asesinados en Aguas Blancas en 1995, allí en la Costa Grande de Guerrero, de otros 11 asesinados en El Charco, en Ayutla, 11 jóvenes ejecutados por soldados en 1998.

Estoy segura de que conozco a este papá. Me habló del despojo de los pueblos indígenas de México, de cómo el gobierno les quiere echar de sus tierras, de cómo el narco también, de cómo las transnacionales europeas y norteamericanas también.

Estoy segura de que conozco a este papá que dijo “El gobierno mexicano se burla. No habló la verdad”. Me platicó de su hijo, quizás de su hermana, de su mamá, de su esposa, de su hija, de su papá. Tenía un familiar desaparecido, 2, 3, 43, tenía 25mil.

No le conozco pero se llama Eleucadio Ortega y es de Matlalapa, Tixtla, un pueblo situado a 1580 metros de altitud y hace 7 meses que no sabe nada de su hijo.

Se llama Eleucadio Ortega y su hijo, Mauricio Ortega Valerio, es uno de los 43 normalistas desaparecidos por policías municipales en Iguala, Guerrero, el pasado 26 de septiembre.

Se llama Eleucadio Ortega, es campesino y busca a su hijo que estudiaba para ser profesor bilingüe. Podría ser María Herrera, Araceli Rodríguez, podría ser Berta, podría ser la mamá de Jorge Antonio Tizapa o el papá de Israel Jacinto Lugardo.

Podría ser la hermana de Antonio Santana Maestro, o el hijo de José Guillermo Nava Mota González o de Nepomuceno Moreno, en paz descansen, que no dejaron de luchar para encontrar a sus hijos y murieron sin hacerlo. Podría ser Melchor Flores Landa, buscando a el “Vaquero Galáctico” que quería venir a hacer de estatua en Las Ramblas. Podría ser Carlos Moreno buscando a Isra en Chacahua, Oaxaca.

Eleucadio ha viajado desde Tixtla a Barcelona. Le conozco. Es el papá de Mauricio y mañana, 9 de mayo, a las 18h caminará desde la Plaça Universitat rumbo a la Plaça St. Jaume para exigir justicia por la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, por los 25.000 desaparecidos y los más de 100.000 muertos que hay en México desde 2006. Porque se los llevaron vivos, y los queremos vivos.

https://martamoli.wordpress.com/…/le-conozco-es-el-papa-de…/

Los desaparecidos nos faltan a todos.

Blog de la autora: http://martamoli.wordpress.com/

7 meses y medio de Iguala/Ayotzinapa, las elecciones de junio y AMLO-Morena



1. Los brutales y sanguinarios sucesos contra los estudiantes normalistas de Ayotzinapa la noche/madrugada de 26/27 de septiembre de 2014 en la ciudad de Iguala, Guerrero, no son solo una tragedia más o una atrocidad más perpetrada por las fuerzas represoras públicas y oscuras del Estado mexicano capitalista; son y representan en verdad una fortísima conmoción política y un sacudimiento de las conciencias, a nivel político, moral y emocional para todos los pobladores excluidos de México, y especialmente para los sectores populares que luchan en la resistencia y tratan de ser o convertirse en antisistémicos. Revelaron y pusieron en atroz evidencia el actuar no sólo de un Estado-gobierno ultraneoliberal, cínico y corrupto, sino la grave situación económico-político-social de una nación-pueblo: agobiada por los saqueos, la inseguridad, el narcotráfico, la criminalidad, la semiesclavitud, la pobreza, la precariedad, el sistema de partidos, los fraudes, la simulaciones, la clase política, la oligarquía, las instituciones podridas; en fin, la necropolítica (Luis Arizmendi dixit) exudada por todos los poros del poder: desde el presidente en turno hasta las autoridades municipales, atravesando el sistema judicial, el ejército, la marina y las policías de todo nivel. Pues, además, como han demostrado con mayor crudeza y fuerza las actuaciones de autoridades durante los últimos años y especialmente evidentes en los últimos 7 meses y ½: el contubernio entre autoridades, intereses capitalistas (nacionales y trasnacionales, legales e ilegales) y grupos delincuenciales de todo tipo se ha convertido en sistémica. “Son lo mismo”, se ha dicho en vox populi.
2. Asimismo y como contexto condicional de esta situación, en la historia mexicana reciente se destacan entre otras decadencias y contradicciones sistémicas las siguientes: El creciente sometimiento de México al imperialismo norteamericano (amarrado en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte) bajo condiciones de deterioro económico; es decir, actuando para socavar la economía nacional mexicana, para impulsar la militarización, para destruir el Estado de bienestar y por ello para apuntalar el narco-Estado policial-criminal, el Estado forbesiano1, y por ende el neoliberalismo extremo y sumiso a los dictados del orden capitalista imperial. Asimismo y como uno de sus correlatos, tenemos los datos de que las transacciones con pesos mexicanos a través de negocios legales e ilegales, pero principalmente con éstos últimos (narcotráfico y otros tráficos clandestinos: personas, órganos humanos, plantas, piezas arqueológicas, etc.) han crecido ampliamente ubicándose en el quinto lugar mundial2.
Uno de los resultados más atroces de todo ello, se expresa en los espeluznantes hechos (que ha sido denunciados ampliamente a nivel nacional e internacional) de la existencia en México de más de 100 mil muertos y aproximadamente 40 mil desaparecidos en la llamada (por el propio Estado militarizado y terrorista mexicano) “guerra contra el narco y el crimen organizado”, o más bien de guerra contra los empobrecidos y desesperados, víctimas en su mayoría “colaterales” (víctimas fallecidas de las víctimas sobrevivientes).
3. Por ello con la masacre de Iguala y lo acontecido en los últimos 7 meses y ½ desde el 26/27 de septiembre, hay un claro y decisivo antes y después, que marca indeleblemente la historia reciente de México; pues como dijimos, las repercusiones y los efectos en lo sociopolítico y en lo ideológico-moral conectado con lo demostrado con las movilizaciones, las protestas y las férreas persistencias de los familiares y normalistas (y sus aliados y solidarios nacionales e internacionales) son lo suficientemente contundentes para saber reconocer que no se trata de cualquier tipo de acontecimiento o sólo de unas raya más del tigre narco-neoliberal, sino que en sus profundidades y su contenidos se trata de acontecimientos topes, límites a los que ha llegado la necropolitica en su agravio al pueblo-nación, pues aunado a Atlataya y Apatzingán significan y anudan ese vuelco a la coyuntura y a una naciente nueva ventana política y social.
4. Aunque las reacciones de movilización y protesta que en los primeros meses fueron intensas hayan aminorado, a partir de la llegada institucionalizada, desviadora y distractora del tiempo electoral, que en este caso llegó como un desván donde pudieron medio escapar el sistema político, la presidencia y su gobierno ante la avalancha de críticas y ante su propia incapacidad y aturdimiento que los mantuvo unos meses contra la pared. Sin embargo, las heridas, las indignaciones y los reclamos denunciadores y desenmascaradores no han cesado ni cesarán, pues se ha conformado ya algo así como un bucle recursivo en la memoria política social del México agraviado y del México potencialmente rebelde de los últimos años.
A propósito de la llegada el ferrocarril electoral, cabe aclarar que no fue el verdadero movimiento “somos Ayotzinapa” el que, como varios analistas creen, cambió sus consignas y demandas de presentación de los desaparecidos y de ¡fuera Peña!, sino que ante el electoralismo rampante, se tuvo que dar una respuesta política meridiana de que bajo las actuales condiciones abiertas por el 26/27 de septiembre, las elecciones estaban de antemano destinadas a servir (manchadas de sangre) al régimen y a todos sus participantes (léase clase política, clase dominante y partidos políticos) de todas las posiciones y colores que acudían gustosos a refrendar (esperando mantener sus recursos y sus privilegios) esa complicidad e integración con el régimen y a él. Así pues, la denuncia de las potenciales narcoelecciones y el planteo de ¡boicot! o no participación a y en las elecciones; señalaron y señalan que dichas elecciones y su lamentable espectáculo (bajo la coyuntura Iguala-Ayotzinapa) no eran ya la vía para ningún cambio significativo desde la cámaras, desde las gubernaturas o desde las delegaciones (ni siquiera para implementar reformas o para revertir las implementadas desde Salinas de Gortari, y llegando a las de Calderón y Peña Nieto) sino que servían para maquillajes, derroches, demagogias, falsas esperanzas y farsas legitimadoras del mismo régimen.
5. De esta manera consideramos, y hemos insistido en ello3, que sólo las confluencias, las articulaciones y el trabajo sociopolítico conjunto sobre la base de plataformas, proyectos y programas de resistencia, lucha, construcción y transformación encabezados por los explotados y oprimidos y sus organizaciones, acabarán con el régimen y el sistema socio-económico necropolítico implementado por el capital en México, y a partir de ello se abrirán caminos antihegemónicos y emancipatorios más firmes.
6. Lo que cabe resaltar y que sigue vigente desde dichos acontecimientos de hace 7 meses y ½ , es que re-iniciaron una nueva oleada de protestas, exigencias, movilizaciones, rebeldías y develaciones, que obligaron y han obligado a todas las organizaciones, movimientos, fuerzas y personas que participan en la política nacional (e inclusive mundial) a definirse desde un posicionamiento, desde una actuación, desde una decisión, o desde la indiferencia la complicidad, la apatía o la incredulidad. Y como hemos dicho se trata de un parteaguas o, como ha dicho Adolfo Gilly4, de un rayo histórico del pasado reciente, que relampaguea en el presente y que marca lo que viene de resistencia y de lucha masiva en el México de los próximos años. No sólo porque la masacre de Iguala-Ayotzinapa fue un crimen de Estado, sino porque es un paradigma que condensa los crímenes y la atrocidades, las violencias y las explotaciones del régimen y del sistema capitalista mexicano y por tanto mundial.
7. Retomando la discusión a propósito de la lucha por los 43 y las elecciones intermedias de junio (de las cuales ya dimos una postura argumentada5), ahora planteamos que las especulaciones y argumentos de López Obrador y sus seguidores de Morena, no están sustentadas; principalmente en lo que señalan de que la postura de varios sectores de la izquierda no electoral y no electoralista, de no participar, anular o boicotear (con activismos y elementos organizacionales diversos, etc.) proviene, coincide, alienta y/o coadyuva del o al gobierno, del o al PRI, del o la Oligarquía, del o a la derecha, etcétera. Craso error, falsa apreciación, equívoco planteamiento de Amlo, Morena y seguidores: pues la lucha, la resistencia, la protesta y las acciones verdaderamente cuestionadoras al régimen y antisistémicas en esta coyuntura Iguala-Ayotzinapa (que arriba hemos sintéticamente caracterizado a nivel político) NO pasan por participar electoral y electoreramente en los comicios próximos. Por el contrario, cabe resaltar la coincidencia de su posición (de López Obrador, Morena y seguidores) de que las elecciones venideras son la vía (e incluso única vía) de expresión de la democracia y de la voluntad popular con la postura del propio E. Peña Nieto, los poderes fácticos (como los empresarios y las televisoras) y con la del INE en sus atosigadores y hartadores spots (además de la coincidencia con el PAN, PRI, PVEM, PRD y demás partidos oficiales).
Se trata de una visión y postura errada que manifiesta una falsa lectura y un equívoco análisis crítico político de la situación en que se encuentra actualmente el país (y el mundo) y la lucha de las clases y sectores sociales. Y la propuesta insistente y tardía de llamar a votar por los candidatos supuestamente “alternativos” y de “izquierda” de Morena (frente al PRI y sus Aliados, incluido el PRD, PT o Movimiento Ciudadano, antes aliados de AMLO); o de hacer alianzas político-electorales entre movimientos sociales y sindicales y Morena para derrotar al PRI y sus Aliados, se sitúa desgraciadamente en el oportunismo electoralista. En verdad y honestamente hablando aprecio que Morena No ha actuado en los últimos 7 meses y medio (y quizá desde antes) como Movimiento-Partido ni siquiera como Partido-Movimiento (o “Partido en Movimiento”6), sino simplemente como Partido electoral (con tintes claramente electoralistas, es decir centrándose casi exclusivamente en la competencia y rebatinga entre candidatos, instituciones de Estado y partidos).
7 ½. Así, por ejemplo, dicho llamado a la alianza debió haber sido (y No se hizo) desde por lo menos hace 7 meses y medio, y debe ser ahora y en el futuro inmediato, pero no desde los intereses electorales/electoralistas, sino una alianza de solidaridad, de resistencia conjunta, de lucha social brazo a brazo, una alianza político-social antineoliberal, antiemperialista, antisistémica, anticapitalista y revolucionaria. ¿Amlo y Morena están dispuestos a tejerla?, Les dejamos el beneficio del desafío y de la duda.
Notas:
1  Véase mi artículo: “El Estado mexicano, Forbes y el qué hacer en la coyuntura Iguala-Ayotzinapa”, 18-11 de 2014, en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=192130
2  “El peso mexicano es la quinta moneda más transada en el mundo en el mercado cambiario sumando 135, 000 millones de dólares diarios, después del dólar americano, el euro, el yen, la libra y antes que el yuan (mucho de este comercio proviene del narcotráfico que opera con la gran banca como ya se ha hecho evidente con el caso HSBC, entre otros). Véase Oscar Ugarteche: “Los desaparecidos en México y el ASPAN”, 23/10/2014, http://www.alainet.org/es/active/78252.
3  Véase nuestro libelo: Movimientos sociales, políticos, culturales y populares. La disputa por la democracia y el poder en México (1982-2013), Editorial Ítaca, México, 2013.
4  “Este pueblo no olvida ni olvidará el crimen de Ayotzinapa, así pasen días, años, vivan seguros de ellos los jefes de este Estado. En el alma y la vida del pueblo mexicano esta tragedia seguirá presente, irreductible, dolorosa y viva.” Véase Adolfo Gilly: “Ayotzinapa, el rayo que no cesa”, http://www.jornada.unam.mx/2015/04/27/opinion/005a1pol
5  Cfr. “¿La vía electoral no está agotada en México?”, 02-0-2015 en Rebeliónhttp://www.rebelion.org/noticia.php?id=195990.
6  “Morena en lo ‘oficial’ es un partido político, pero en la práctica no pierde su esencia de movimiento social, por eso decimos que somos un partido en movimiento. El día que Morena pierda esa cualidad, ese será el día que sí tendrá validez el dicho de ‘todos son iguales?”. Véase Marco I Dávila “Elecciones en México y el llamado al boicot”, en Rebelión, 06-05-2015, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=198489&titular=elecciones-en-m%E9xico-y-el-llamado-al-boicot-. En efecto, Morena se mueve (como Partido en movimiento), y López Obrador ha sido incansable en sus mítines y asambleas, pero desde hace tiempo para beneficio esencialmente al juego electoral-electoralista-electorero.

Los caporales del imperio



Participación de Salvador Castañeda O´Connor

Saludo con mucho respeto a quienes convocaron y a quienes participan en este foro.

Compañeros y amigos:

Voy a referirme principalmente a la Hidra capitalista y a sus barbaridades en México porque apenas soy un comunista de rancho; hablo desde la posición de quien comparte con mis compañeros del Partido de los Comunistas, la satisfacción de no habernos rendido, de no habernos vendido, de no haber claudicado y de ser adherentes a la Sexta, prácticamente desde que nacimos como organización política del proletariado.

Tenemos el orgullo además por haber sido de las pocas organizaciones que recorrieron junto a la Comisión Sexta del EZLN todo el territorio nacional, de sur a norte y de este a oeste, en lo que se le conoce como La Otra Campaña. Aunque en el recorrido haya muerto de un infarto nuestro Secretario General, el inolvidable compañero Sergio Almaguer Cosío.

La Revolución mexicana, hecha por campesinos, indígenas, obreros y pequeños burgueses, destruyó la dictadura porfirista; reconoció la lucha de clases y los derechos sociales de la clase obrera y de los campesinos; reconoció la personalidad jurídica de los pueblos originarios y ordenó la restitución de sus tierras, aunque esto sólo se haya logrado en una mínima parte; multiplicó las fuerzas productivas y elevó los niveles de vida de la población; transformó a México de un país agrario y minero, en un país agrícola e industrial; y tomó medidas para asegurar su desarrollo independiente respecto del extranjero, puesto que ya había sufrido el despojo de más de la mitad de su territorio a manos de los Estados Unidos y soportado y vencido la intervención política y militar del Imperio Francés.

El presidente Alemán, representante de la burguesía, que surge y se fortalece a causa del desarrollo económico post- revolucionario, asaltó los sindicatos con el ejército para imponer a dirigentes adictos al gobierno llamados “charros”; agredió a los campesinos, al conceder a los terratenientes la posibilidad de acudir al juicio de amparo contra las resoluciones agrarias; expropia ejidos para construir fraccionamientos urbanos; entrega las tierras de riego a los ricos; traiciona al movimiento y se convierte en un hombre muy próspero.

Establecida la hegemonía burguesa, se mantiene, sin embargo, el crecimiento económico, a base del capitalismo de Estado, hasta que llega una época de declinación y crisis, que termina con el arribo al poder de funcionarios neoliberales para interrumpir el desarrollo independiente del país y suprimir los derechos de la Nación, de los obreros, de los campesinos, de los indígenas y de toda la población.

La elección del presidente Miguel De la Madrid, no fue cuestionada, pero él fue quien en 1982 modificó radicalmente nuestra Constitución, para facilitar la aplicación de las prácticas neoliberales y poner al Estado al servicio de los monopolios.

El nuevo artículo 25 constitucional, por ejemplo, obliga al Estado a apoyar a las empresas del sector privado y a proteger la actividad económica que realizan los particulares, cuando la tesis original es que la propiedad privada no es un derecho inherente al individuo sino una concesión que la Nación le otorga, a la que puede expropiar e imponerle las modalidades que dicte el interés público. La reforma se propuso fortalecer a los monopolios nacionales y extranjeros, en lugar de combatirlos.

Toda la reforma estaba llena de contradicciones y falsedades. Se reclamaba para el Estado la rectoría del desarrollo económico, cuando, por otra parte, se abría el camino para despojarlo de las empresas del sector público, que eran precisamente las que materialmente permitían dicha rectoría. Se facultaba innecesariamente al Estado para planear la economía, porque esa facultad ya estaba prevista en artículo 27 de nuestra Constitución, con el propósito expreso de eximir a los particulares de la obligación de someterse a dicha planeación.

Desmintiendo el prestigio de la Constitución de Querétaro, que fue considerada, en su tiempo, como la más avanzada, la nueva Constitución, pasó a ser la única en el mundo que consagra el mando del capital monopólico trasnacional.

32 años más tarde Peña Nieto promueve, con carácter urgente y sin discusión, reformas constitucionales para despojar a la Nación y a los trabajadores de los pocos derechos que aún conservaban y para convertir las garantías en delitos, elevando al más alto rango jurídico las prácticas fascistas

A pesar de este alegato, estoy muy lejos de creer en la magia del derecho.

A Hitler nunca le preocuparon mucho las cuestiones legales. Gobernó inclusive con la constitución de Weimar, él impuso el terrorismo fascista de hecho. A nuestros gobernantes, en cambio, les encanta legislar, aunque para ellos el derecho es como el juego del “Jadir”, que cambia las reglas según el capricho y conveniencia de quien reparte las cartas.

El origen de nuestro sometimiento a los monopolios globales que surgieron a causa de leyes objetivas del desarrollo del capitalismo, es el reconocimiento y pago puntual de una deuda moralmente inaceptable y materialmente impagable, que pasó de 2 mil millones de dólares en 1964 a 19 mil millones en 1976, sobrepasando los 50 mil millones de dólares durante la administración de López Portillo.

Frente a la crisis que vive el país, muchos mexicanos de buena fe, apelan al artículo 39 de nuestra Constitución para llamar a nuestro pueblo a que en uso de su soberanía, imponga los cambios revolucionarios que nuestra sociedad necesita. Eso me parece bien, pero lo que va a provocar esos cambios, es una ley inexorable del desarrollo social descubierta por Carlos Marx, quien nos dice que, cuando las relaciones de producción no se corresponden con el desarrollo de las fuerzas productivas se produce la revolución social. Y en nuestro país hace mucho tiempo que las fuerzas productivas más que trabadas han sido radicalmente subsumidas por una estructura productiva comandada por el capital monopólico trasnacional. Sólo falta que nuestro pueblo tenga conciencia de ello. Falta la subjetividad revolucionaria.

Como sea, sospecho que el capitalismo degeneró en barbarie y las consecuencias de la dictadura neoliberal están a la vista:

-El Estado mexicano expropió a la Nación sus bienes inalienables, incluyendo la mayor parte de su territorio y desnacionalizó la casi totalidad de las empresas del sector público, para terminar desnacionalizándose a sí mismo, abdicando de su soberanía a favor de los monopolios globales que ejercen su dominio por conducto del gobierno norteamericano.

-La Nación mexicana carece ahora del derecho a autodeterminarse.

-El pago de la deuda externa distrae enormes recursos que debieran emplearse en medidas contra el hambre. Además nos convierte de manera absurda en exportadores de divisas e importadores de alimentos.

-Se canceló la Reforma Agraria y se pusieron a la venta las parcelas ejidales no solo en perjuicio de ejidatarios sino de la integridad del territorio nacional.

-Se suscribe el Tratado de Libre Comercio y se inaugura la ruina económica del país.

-El crecimiento promedio del PIB, oscila entre el 1 y el 2%. ” El crecimiento económico , dice el economista Arturo Guillén, bajo el neoliberalismo, se ha asemejado, al “vuelo de la gallina”: corto y a ras de tierra”.

-El campo está en la ruina, se ha perdido la soberanía alimentaria. Puesto que tenemos que importar más del 50% de granos y otros productos de primera necesidad.

-La industria nacional desmantelada.

-El hombre que es la principal fuerza productiva ha sido expulsado de los procesos productivos y arrojado a la llamada economía informal, al desempleo y a la marginación. México, está integrado, dijo la Comandanta Esther en la tribuna de la Cámara de Diputados, por los que producen, por los que se enriquecen y por los que piden limosna.

-El balance de 2014, elaborado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, advierte que lo único que crece es la pobreza y el hambre.

-20 millones de mexicanos, según confesión del gobierno, no tienen que comer el día de hoy.

-Los salarios han perdido en poco tiempo el 70% de su poder adquisitivo.

- La desigualdad social es enorme, al grado que un obrero, así sea calificado y perciba 20 salarios mínimos, necesitaría trabajar 325 años para ganar lo que el señor Carlos Slim gana en un día (142 millones de pesos, según la revista Forbes) .

-La plusvalía, que los capitalistas obtienen del trabajo humano es de enormes proporciones, apenas comparable con la que obtenían los nazis en los campos de concentración.



Por si fuera poco, desde 1993 se han otorgado 43 mil 675 concesiones, a empresas mineras extranjeras, que incluyen 95 millones 765 mil 800 hectáreas, lo que representa la mitad de nuestro territorio, superficie sobre la cual no puede desarrollarse ninguna actividad productiva, agrícola, ganadera o forestal, al menos que la emprenda el mismo concesionario. El promedio de una parcela es de 5 hectáreas, mientras que las concesiones mineras llegan a poseer hasta 5 mil hectáreas. Además del riesgo de perder esa superficie para siempre, cancelamos de plano, el crecimiento de la economía rural. De paso debo decir que la cantidad de oro que sustrajeron las empresas en 10 años fue de 420 toneladas, contra las 190 toneladas que se extrajeron durante los 300 años de la colonia

Quienes nos gobiernan no tienen opinión sobre las políticas públicas que se aplican en el país. Ni siquiera pueden compararse con los virreyes que representaban aquí a la Monarquía española, que se quedaban con la mayor parte del oro y la plata, mientras que los gobiernos actuales solo retienen menos del 2% del valor de los metales que extraen de nuestro territorio. Son incapaces de enmendarle una coma a las leyes, presupuestos y demás instrucciones que les envía la metrópoli, cuando los virreyes se desentendían de algunas cédulas reales mediante la fórmula:” Se acatan pero no se cumplen”.

Son apenas los caporales del imperio.

En su calidad de testaferros de los poderes trasnacionales desplazan a los grupos políticos y económicos orientados por la vieja lógica del capitalismo nacional. La progresiva refundación de los Estados nacionales limita la actividad de los parlamentos a la aprobación formal de legislaciones de factura trasnacional, en tanto sus órganos ejecutivos y sus tribunales quedan atados de pies y cabeza.

Es totalmente falso que el voto mayoritario del pueblo haya designado a nuestros gobernantes. Su origen es el golpe de Estado y el fraude electoral. Gobiernan gracias a la fuerza del ejército, la policía, grupos paramilitares y bandas del narcotráfico, con el apoyo de la potencia militar del imperialismo.

Las elecciones están concebidas para legitimar a los que detentan el poder. No son por hoy, un camino para el cambio. De que sirve integrar un parlamento que ni parlamenta ni decide nada, solo formaliza los paquetes legislativos que nos mandan los gringos.

Compañeros y amigos:

En el Manifiesto Comunista se dice que la lucha de clases conduce a la transformación revolucionaria de toda la sociedad o al hundimiento de las clases en pugna. Ninguno de estos dos fenómenos se ha producido en México, pero si existe una transformación de las clases fundamentales, que se encamina a su hundimiento.

Por el lado de la burguesía, han desaparecido los múltiples monopolios de carácter nacional para que aparezcan los grandes monopolios globales que, siendo unos cuantos, concentran la producción económica y acumulan la mayor parte de los capitales en el mundo. Los burgueses se están haciendo poquitos al grado que los dueños de riqueza no llegan ni con mucho al 1% de la población mundial.

La burguesía mexicana montada en el proceso revolucionario que iniciaron en 1910, los obreros, los campesinos y la pequeña burguesía y que, según Atilio Borón, fue la más poderosa de todas las burguesías de América Latina, al disponer sin ningún derecho de la casi totalidad de las empresas públicas, que eran además la base material de su existencia, ha pasado a convertirse en un parasito social en vías de extinción.

Respecto a los mexicanos que encabezan o figuran en la lista de Forbes, se puede decir que son criminales de la peor especie, que se han enriquecido hasta lo absurdo, a costa del patrimonio de la Nación o explotando sin piedad a los trabajadores. La Nación les entrega, casi sin costo, las riquezas de su territorio, del espacio, del mar y del subsuelo. No gobiernan a México directamente sino a través de su participación en los monopolios globales.

Los burgueses más enriquecidos aquí son tan poquitos que la prensa nacional difundió el dato de que menos de 20 familias mexicanas reciben más ingresos que el resto de la población en su conjunto.

En la otra cara de la moneda, buena parte de la clase obrera ha sido expulsada de las empresas a causa del creciente empleo de máquinas, producto de los avances impresionantes de la ciencia y la tecnología, no para formar parte del ejército industrial de reserva, desde donde pueden recuperar su empleo, sino de la población sobrante.

El numero de trabajadores asalariados en nuestro país ha disminuido y la tendencia es que sigan disminuyendo .Todavía en el 2008, 28 millones de personas eran trabajadores remunerados y subordinados mientras que 3 años más tarde sólo eran 13.2 millones, menos que los trabajadores que participan en la llamada economía informal que sumaron 14 millones de personas, lo que acredita que, desde el punto de vista del número de trabajadores, las relaciones capitalistas de producción, basadas en la explotación del trabajo asalariado, han dejado de ser las más importante , lo que nos lleva a la reflexión de que tal vez la Hidra capitalista se esté consumiendo así misma porque la esencia del capitalismo es precisamente la explotación del trabajo asalariado.

“En términos económicos, dicen Rafael Cervantes Ramírez y otros analistas cubanos en su ensayo “Transnacionalización y Desnacionalización”, el efecto fundamental de la revolución de las fuerzas productivas contemporáneas es el ahorro gigantesco de trabajo humano, en tanto que la ley económica fundamental que preside el movimiento de todo capitalismo es la producción de plus trabajo”.

La clase obrera si tiene ahora algo que perder: el empleo. Compite por el empleo con sus propios hermanos de clase, abaratando la mano de obra. Vive a la defensiva, tratando de conservar uno a uno los derechos que va perdiendo y las conquistas de clase logradas en el pasado, en una lucha reivindicativa que resulta insuficiente. En México, ni siquiera cuenta, con verdaderos instrumentos de lucha, como son los sindicatos y los partidos obreros, de los que ha sido despojada. En ninguna parte del mundo, y mucho menos en Europa o los Estados Unidos, donde se supone que existe una clase obrera más numerosa, organizada y experimentada se le ve luchando contra el sistema o por el socialismo.

Pero la frase del Manifiesto que se refiere al “hundimiento de las clases en pugna”, tiene un sentido más profundo, de tal manera que si los mexicanos no nos organizamos para darle a la sociedad los cambios revolucionarios que reclama, nos espera la involución y el retroceso.

¿Quiénes son entonces los sujetos del cambio?

El comandante José Ramón Balaguer, responsable de la política internacional del Comité Central del Partido Comunista de Cuba ha escrito “…la clase obrera sigue siendo la productora de la casi totalidad de la masa de riqueza sobre la que se asienta no solamente el desarrollo, sino la subsistencia misma de la humanidad, por lo que en la lucha de clases sigue siendo determinante… la contradicción entre burgueses y proletarios sigue siendo la contradicción antagónica fundamental del capitalismo”. Pero también advierte que la noción de que en cualquier circunstancia histórica, la clase obrera esta necesariamente obligado a ejercer ese rol, que le está reservado de manera exclusiva, no es sino una vulgarización del pensamiento marxista. Además, agregaría yo, Marx y Engels no se refirieren en el Manifiesto solo al proletariado industrial, sino a todo el proletariado en su conjunto, a quienes carecen de los medios de producción y de subsistencia.

En México, el Partido de los Comunistas y sus aliados tienen una línea de ruptura y de enfrentamiento con el sistema capitalista, más son los pueblos originarios los que han tomado la iniciativa, como lo demuestra la organización de este foro.

El Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, siendo un agrupamiento armado, emprende la contradicción, que linda con la epopeya, de oponerse al sistema capitalista con formas pacíficas. No destruye ni mata; construye autonomías y defiende la vida; impulsa la economía y el trabajo colectivo en beneficio de todos los hombres, las mujeres, los niños y los ancianos; reinstala la democracia griega pero sin esclavos, bajo el principio que pronto será universal de “Mandar obedeciendo”. .

Frente a los peligros que se ciernen sobre nuestro planeta, como la contaminación ambiental, el cambio climático, y el posible uso de armas nucleares, el Comandante Fidel Castro ha hecho frecuentes y dramáticos llamados a todos los pueblos del mundo para enfrentar juntos a los imperialistas. La contradicción que enfrenta la humanidad con quienes se sienten los dueños del planeta no está por encima de la contradicción entre lo nuevo y lo viejo, ni niega el principio de la lucha de clases, ni tiene nada que ver con llamados románticos por la paz, sino por el contrario, llama a todos los pueblos del mundo a derrocar al capitalismo destruyendo a los monopolios globales. “ El sistema económico que ha prevalecido,   dice Fidel Castro , es incompatible con los intereses de la humanidad. Debe cesar y cesará”.

Respecto a nuestro país. ¿Quiénes son las víctimas, y por tanto, los más interesados en combatir la barbarie?

La Nación, los trabajadores, los pueblos originarios y las masas marginadas.

La Nación ha perdido su derecho a la autodeterminación y buena parte de su territorio y de su patrimonio. La faja prohibida para extranjeros en las fronteras y litorales, es ahora faja exclusiva para ellos. Se ha entregado a los concesionarios extranjeros más del 50% de nuestra superficie y las riquezas del subsuelo. El petróleo solo es propiedad inalienable de la Nación, mientras permanezca en el subsuelo. En lugar de ser la expropiadora ha sido expropiada de las minas, los ferrocarriles ,la industria siderúrgica, los teléfonos, las carreteras, los puertos, la aviación, los bancos, las empresas comerciales, los seguros, la electricidad, el petróleo y pronto lo será del agua.

A la clase obrera y a todos los trabajadores se les ha privado de sus derechos históricos, entre ellos, el derecho de huelga, y han sido despojados de sus instrumentos de lucha, en acciones de carácter abiertamente fascistas, según la caracterización que del fascismo hace Palmiro Togliatti.

A los pueblos indígenas se les sigue agrediendo como hace quinientos años. Y se les sigue despojando de sus tierras y aguas. Se atenta todos los días contra su vida y su cultura milenaria..

Las masas marginadas, en opinión de los monopolios globales, son población sobrante que debe desaparecer. ¿Cómo? Con guerras de exterminio, epidemias, hambre, enfermedades, desaparición forzada y asesinatos vulgares.

Los crímenes del sistema han llegado más allá del genocidio corriente. Y la corrupción de nuestros gobernantes actuales, no tiene parangón en ninguna parte de nuestra historia.

México es una colonia que se gobierna con métodos fascistas.

El fascismo del siglo pasado fue enfrentado en México por un gran frente nacional encabezado por la clase obrera, agrupada en una central única, que se organizó con anterioridad a los frentes nacionales propuestos por Jorge Dimitrov. El fascismo y la barbarie de nuestros días encuentran a los mexicanos desorganizados y dispersos. Tengo la convicción de que el día que se unan los partidarios de la liberación nacional y del progreso social, como lo hicieron en la guerra de independencia, caerán el gobierno, el Estado burgués y el sistema.

Sostengo que el EZLN, tiene como nadie, la suficiente autoridad política y moral para convocar a la sexta y a todas las resistencias, que existen por miles en el país, a la formación de un frente nacional por la liberación nacional, por la vida, la libertad y en contra de la barbarie. Este frente debe ser de los proletarios, de los que sufren. No pretende incorporar a los enemigos de la nación, del pueblo y de los cambios revolucionarios.

Por eso creemos en la vigencia de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y en su llamado a “hacer es un acuerdo con personas y organizaciones mero de izquierda…Y tal vez encontramos un acuerdo entre los que somos sencillos y humildes y, juntos, nos organizamos en todo el país y ponemos de acuerdo nuestras luchas que ahorita están solas, apartadas unas de otras, y encontramos algo así como un programa que tenga lo que queremos todos, y un plan de cómo vamos a conseguir que ese programa, que se llama “programa nacional de lucha”, se cumpla.

Y entonces, según el acuerdo de la mayoría de esa gente que vamos a escuchar, pues hacemos una lucha con todos, con indígenas, obreros, campesinos, estudiantes, maestros, empleados, mujeres, niños, ancianos, hombres, y con todo aquel que tenga bueno su corazón y tenga la gana de luchar para que no se acabe de destruir y vender nuestra patria que se llama “México” y que viene quedando entre el río Bravo y el río Suchiate, y de un lado tiene el océano pacífico y del otro el océano atlántico.”

Formado el frente, le corresponderá en primer lugar precisar, mediante un debate colectivo y democrático, que se eleve al plano sereno de la ciencia, la vía revolucionaria para enterrar al capitalismo, fascismo, barbarie, o como se llame, y enterrarlo boca abajo como lo propuso en vida el Subcomandante Marcos, para que entre más le rasque más se hunda. El desarrollo de la sociedad humana como el de la naturaleza está sujeto a leyes objetivas de las que debemos servirnos para impulsar las transformaciones revolucionarias que reclama la sociedad.

Optar por la violencia armada, siempre será un privilegio del enemigo. Pero si a algo le temen los norteamericanos es que los hechos de guerra se produzcan dentro de su territorio y no deben olvidar que allí habitan más de 20 millones de mexicanos, de los cuales, la mitad por lo menos, se rebelarán contra una nueva agresión armada sobre nuestro país.

En la lucha por la liberación nacional, tan comprometida por el TLC, los indios de México tuvieron voz y la tuvieron muy fuerte. Frente al desmantelamiento de los ejidos y la privatización de sus parcelas, que provocó la contrarreforma al artículo 27 constitucional, los zapatistas pusieron en marcha un nuevo agrarismo, basado en la tesis inmortal de que “la tierra es de quien la trabaja”. Frente al abandono de las tareas del Estado en materia de promover el desarrollo económico independiente, el progreso social y la democracia, los zapatistas iniciaron la lucha por la autonomía política, económica y social de los pueblos indígenas, privilegiando el trabajo colectivo y la autogestión.

A partir del primero de enero del año de 1994 cuando brotó como un milagro de la naturaleza y de la historia, la insurgencia zapatista, los indios de México han dejado de ser el objeto de la solidaridad de los mexicanos bien nacidos, para transformarse en sujetos revolucionarios contra el sistema capitalista y el dominio de los monopolios globales. Ni siquiera sería válido el reclamo ortodoxo de que la clase obrera es la clase revolucionaria por excelencia, porque esta última está integrada en buena parte por indígenas.

Los zapatistas han demostrado que podemos impulsar la economía y el verdadero bienestar de nuestros semejantes sin necesidad de la maldita explotación del hombre por el hombre.

Yo he visto la alegría de los zapatistas en la región de que venturosamente son dueños y señores. Y los he visto también, fuertes, sanos, solidarios y cariñosos, por la sencilla razón de que no se explotan unos a otros. Yo he visto a los zapatista amar, como pocos mexicanos, a la tierra y a su Nación.

El desarrollo de las autonomías zapatistas, es un camino probado que podemos emprender los mexicanos en el campo y las ciudades, de acuerdo con las particularidades de cada región del país. También hay que obtener experiencias de la llamada economía informal, que mejor debiera llamarse economía social, que bien pudieran ser un conjunto de relaciones de producción distintas a las de carácter capitalista.

Estas realidades acreditan que los mexicanos no necesitamos del gobierno ni del sistema de la explotación humana para que organicemos nuestra propia economía, nuestra propia democracia y la prestación de los servicios indispensables que requiere la población.

Si por otra parte, se logra construir en el mundo otro polo, opuesto a la dominación hegemónica de los Estados Unidos y socios, los caminos de la revolución quedarían despejados y lo que importa, como dicen los gitanos del cuento de Máximo Gorki, es precisamente el camino.

San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Mayo de 2015.

Luis el zapatista escrito por Subcomandante Insurgente Galeano



Introducción

Buenas tardes, días, noches tengan quienes escuchan y quienes leen, sin importar sus calendarios y geografías.

Las que ahora se harán públicas, son las palabras que el finado Subcomandante Insurgente Marcos había preparado para el homenaje a Don Luis Villoro Toranzo, mismo que se realizaría en Junio del 2014.

Suponía él que estarían presentes familiares de Don Luis, particularmente su hijo, Juan Villoro Ruiz, y su compañera, Fernanda Sylvia Navarro y Solares.

Días antes de que se celebrara el homenaje, fue asesinado nuestro compañero Galeano, maestro y autoridad autónoma, quien formó y forma parte de una generación de mujeres y hombres indígenas zapatistas que se forjó en la clandestinidad de la preparación, en el alzamiento, en la resistencia y en la rebeldía.

El dolor y la rabia que sentimos entonces y ahora se sumaron, en ese mayo de hace un año, al lamento por la muerte de Don Luis.

Se dieron así una serie de eventos, uno de los cuales fue la decisión de dar muerte a quien fuera hasta entonces el vocero y jefe militar del EZLN. La defunción del SupMarcos se concretó la madrugada del 25 de mayo del 2014.

Entre los pendientes, como decimos nosotros, nosotras, zapatistas, que dejó el finado supmarcos está un libro sobre política, comprometido con Don Pablo González Casanova a cambio de una caja de galletas pancrema, una serie de textos y dibujos inclasificables (varios de ellos se remontan a sus primeros días como insurgente del EZLN), y el texto de homenaje a Don Luis Villoro al que daré lectura en unos momentos.

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Cuando, en la comandancia general del EZLN, con el subcomandante insurgente Moisés platicábamos sobre lo que sería este día antes y hoy, nos dábamos cuenta de que, al hacer el balance de una vida, juntábamos pedazos que no alcanzaban nunca a completarse.

Que siempre quedábamos con una imagen inconclusa, rota. Que lo que tenemos y teníamos, nos urgía a buscar y encontrar lo que faltaba.

“Falta lo que falta”, decimos obstinadamente las zapatistas, los zapatistas.

No con resignación, nunca con conformismo.

Sí para recordarnos que no está cabal la historia, que le faltan piezas, nombres, fechas, lugares, calendarios y geografías, vidas.

Que muertes y ausencias tenemos muchas, demasiadas.

Y que debíamos agrandar la memoria y el corazón para que no faltara ni una, sí, pero también para que no fueran inmovilizadas, para que fueran completadas una y otra vez en nuestro paso colectivo.

Así que imaginamos que este día, tarde, noche, madrugada siempre, bien podría ser un intercambio de piezas para seguir tratando de completar la vida de quien ustedes conocieron y conocen como el doctor Luis Villoro Toranzo, profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, fundador del grupo Hiperion, discípulo de José Gaos, investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas, miembro del Colegio Nacional, presidente de la Asociación Filosófica de México, y miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua. “Maestro, padre y compañero”, tal vez así diga su epitafio.

Hay compas, mujeres, hombres y otroas quienes tienen un lugar especial entre nosotros, nosotras, zapatistas del EZLN. No ha sido un regalo o un donativo. Ese lugar especial lo ganaron con un empeño y dedicación que está lejos de reflectores y templetes.

Por eso, cuando se marchan irremediablemente, no hacemos eco del ruido y el polvo que suelen levantarse con su muerte. Esperamos. Nuestra espera es así un homenaje silencioso, sordo. Como silenciosa y sorda fue su lucha a nuestro lado.

Dejamos entonces que el ruido se apague, que otra moda suceda a la que simula consternación y pena, que se asiente el polvo, que el silencio vuelva a ser sereno reposo para quien nos falta.

Tal vez porque respetamos esa vida ahora ausente, porque respetamos su tiempo y su modo. Y porque esperamos que, andando ya el calendario, su silencio tendrá lugar para escucharnos.

Para allá afuera, lo digo como señalando un hecho, no como reproche, el doctor Luis Villoro Toranzo fue un intelectual brillante, una persona sabia a la que tal vez sólo se le pueda reprochar la cercanía que en vida tuvo con los pueblos originarios de México, particularmente con aquellos que se alzaron en armas contra el olvido y que resisten más allá de modas y medios.

Para quienes no conocieron en vida al doctor Luis Villoro Toranzo, hay y, espero, habrá mesas redondas, reediciones, análisis en revistas especializadas y no.

Nuestra palabra de ahora no irá por esos caminos. No porque no conozcamos su obra histórica y filosófica, sino porque estamos aquí para cumplir un debe, saldar un pendiente, cumplir un encargo.

Porque ustedes, allá afuera, conocen a Luis Villoro Toranzo como un pensador brillante, pero nosotras, nosotros, zapatistas conocemos como…

¿Cómo?

Sabemos que tenemos sólo una de tantas piezas.

Y hemos venido aquí, a este homenaje, para entregarle a quienes compartieron y comparten sangre e historia con él, una pieza que, creemos, no sólo no tenían, sino que tal vez ni siquiera imaginaban.

La historia acá abajo, del lado zapatista, tiene muchos cuartos cegados. Compartimentos estancos en los que vidas diferentes se cumplen con aparente indiferencia, y en los que sólo la muerte derrumba los muros para que miremos y aprendamos de la vida que ahí transcurrió.

Y hagamos, ¿cómo decirlo?, ¿una permuta?, ¿un intercambio de lugares?

Al abrir el compartimento, al derribar el cuarto muro, al asomarnos dentro, hacemos un cambalache: esta muerte al museo, esta vida a la vida.

“Compartimentos estancos”, he dicho. Nuestro modo de lucha implica esta cuota de anonimato que, sólo para algunos de nosotros, es deseable. Pero tal vez después haya oportunidad de volver sobre esto.

Ya escucharán al Subcomandante Insurgente Moisés hablarles a nuestras compañeras y compañeros de las comunidades zapatistas una parte de lo que fue Don Luis Villoro Toranzo en nuestra lucha.

La inmensa mayoría de ellas y ellos no lo conocían, no lo conocieron. Y así como él, tenemos compañeras, compañeros y compañeroas de los que se ignora su existencia.

Este súbito saber que tuvimos compañeros y compañeras que ni siquiera sabíamos que existían, hasta que ya no existen, es algo que no es nuevo para nosotras, nosotros, zapatistas.

Tal vez es nuestro modo que, al nombrar la vida de quien falta, lo hacemos existir de otro modo.

Como si fuera nuestro modo de traer al colectivo al indígena zapatista Galeano antes, a Don Luis Villoro ahora.

Nuestro modo de apurarlos, de apremiarlos, de gritarles “¡Eh! ¡Nada de descanso!”, de traerlos de vuelta y que sigan en la lucha, la chamba, el jale, el trabajo, el camino, la vida.

Pero no es una vida la que les voy a relatar. Tampoco, es cierto, se trata de una muerte.

Es más, no les vengo a contar nada. Vengo a dibujarles un contorno, más o menos definido, más o menos nítido, de una pieza de un rompecabezas gigantesco, terrible, maravilloso.

Y lo que les voy a contar les sonará fantástico.

Tal vez mi hermano bajo protesta (bajo protesta de él), Juan Villoro, adivine después en mis palabras apenas una hebra de una madeja absurda y compleja, más cercana a la literatura que a la historia. Tal vez le sirva luego para completar ese libro que no sabe aún que escribirá.

Tal vez Fernanda intuya la irrupción de un concepto que parecía ausente, señalando un hueco cuya satisfacción daría un vuelco teórico a todo un pensamiento. Tal vez le sirva luego para iniciar la reflexión que ahora no sabe que emprenderá.

No lo sé. Tal vez él, ella, quienes no están, simplemente lo archiven en la carpeta de la “H”, de “homenaje”, de “herida”, de “humano”, de “Hidra”, de…

“Había una vez…”

Debo ser, por razones de seguridad, propositivamente impreciso en la geografía y el calendario, pero era madrugada y era el cuartel general del EZLN.

Tal vez una breve descripción de la comandancia general zapatista desilusione a más de uno, una, unoa .

No, no hay un mapa gigantesco con luces policromadas o alfileres de colores, cubriendo una de las paredes.

No, no hay modernos equipos de radiocomunicación con voces en muchas lenguas.

No hay un teléfono rojo.

No hay una moderna computadora con múltiples pantallas empeñadas en cifrar y descifrar la vertiginosa estática de la matrix cibernética.

Lo que hay es un par de mesas, dos o tres sillas, algunas tazas con restos de café frío, papeles mal arrugados, cenizas de tabaco, humo, mucho humo.

A veces hay también un tazón de palomitas rancias, pero sólo en caso de que se requiera un trueque con algún ser insólito.

Porque no lo van a creer, pero lo que en otros lados se llama “Juicio por Combate”, acá se llama “Atáscate que hay lodo”.

No me extenderé en este peculiar modo de resolver las disputas judiciales entre seres que están más que alejados de la jurisprudencia real o de ficción. Baste decir que el tazón con palomitas rancias tiene su razón de ser.

Puede haber, no siempre, es cierto, una computadora portátil y una impresora. No diré ni marcas ni modelos, baste decir que la computadora trabaja a base de insultos y amenazas, y que la impresora tiene un peculiar sentido del albedrío pues se niega a imprimir lo que no le parece digno de ir más allá de la pantalla.

Cierto, suele haber en la pantalla de esa computadora, invariablemente un procesador de textos y un escrito que no termina nunca por alcanzar el punto final…

¿Virus? Los únicos que pueden llegar a través del bejuco que le sirve para conectarse a uno de los túneles de la red. O sea arañas, o bichos que huyen de las susodichas mientras una lucecita parpadea alarmada.

Pero dejemos que la imaginación de cada quien complete el mobiliario.

Podría adornarme y decirles que esa madrugada estaba yo leyendo algún tratado de filosofía helénica, o las Fábulas de Higinio , o el tratado Sobre los Dioses de Apolodoro de Atenas , o Los Doze Trabajos de Hércules , sí, con “z” , de Enrique de Villena, el Astrólogo, pero no.

O podría decirles, y presumirme de moderno, diciéndoles que estaba yo, en la red alterna, tomando un curso en línea con un, una, unoa hacker anónimo. Iba a poner famoso, pero si es anónimo no puede ser famoso. ¿O sí? O tal vez es un colectivo organizado: “tú dale click al reload, tú oprime la tecla control, no, no toques la letra “z” porque se hace un desmadre y acabas chateando con un ser incomprensible en las montañas del sureste mexicano”. En fin, un nickname y un avatar, casi los equivalentes a un nombre de lucha y un pasamontañas, que, pacientes, explican los fundamentos de un terreno de lucha. Como en cada lengua nueva que se aprende, lo primero que hay que conocer son los insultos. Y así saber que “ noob ” es el equivalente a una mentada de madre.

O podría contarles, y reiterar el cliché, que estaba yo en una reñida multipartida de ajedrez interoceánico con el colectivo llamado “ los Irregulares de Baker Street ” asentado en la rubia Albión.

Pero no.

Lo que en realidad estaba yo haciendo es tratando de poner un punto final a un texto que lleva ya 20 años pendiente, pero…

Entonces apareció en el dintel de la puerta la posta, el guardia, el centinela, el vigía o como le quieran decir:

-“Sup, hay quien te quiere hablar “-, dijo lacónico después del saludo militar.

– ¿Quién? – pregunté casi por trámite porque suponía que sería la insurgenta Erika con alguno de sus complicados acertijos de amores y esas cosas.

-“Un Don Luis, dice. Ya de edad él, de juicio “-, respondió el insurgente.

– ¿Don Luis?, no conozco ningún Don Luis -, dije con enfado.

– Subcomandante – escuché su voz, y su figura se recortó en el umbral.

El guardia alcanzó a balbucear: “se metió sin avisar, le dije que esperara, no obedeció“,

“Ajá, no obedeció, como de por sí. Déjalo“, le dije al vigía y nos dimos un abrazo con Don Luis Villoro Toranzo, nacido en Barcelona, Cataluña, Estado Español, el 3 de noviembre del año 1922.

Le ofrecí una silla.

Don Luis se sentó, se quitó la boina y se frotó las manos sonriendo. Imagino que por el frío.

¿Dije ya que hacía frío esa madrugada?

Hacía de por sí, como de por sí cuando no hay una luz que entibie la sombra, como hoy. Es más, el frío mordía las mejillas como amante obseso.

Don Luis no parecía tomar nota de ello.

¿Hace frío en Barcelona?, le pregunté, un poco como saludo de bienvenida, otro poco para distraerlo mientras discretamente apagaba yo la computadora.

En fin, guardé la portátil, pedí café para 3 y volví a encender la pipa, rellena como estaba de tabaco usado y húmedo.

No recuerdo ahora si Don Luis respondió a la pregunta sobre el clima en Barcelona.

Sí que esperó pacientemente a que terminara yo de darme por vencido, y dejara de tratar de avivar las brazas de la cazueleja.

“ ¿No tendrá tabaco de casualidad? “, le pregunté anticipando con desilusión su negativa.

“ No recuerdo “, dijo, y siguió sonriendo.

¿Se refería al frío en Barcelona o a si llevaba tabaco?

Pero no eran ésas las principales preguntas que se me acumulaban en la cazuela apagada de la pipa.

Antes de preguntarle al doctor en filosofía Luis Villoro Toranzo qué diablos hacía ahí, pues dejen les explico…

En esas fechas, el cuartel general del EZLN era el “Cama de Nubes”, nombrado así porque se encuentra en lo alto de una sierra y, fuera de los pocos días de la seca, se mantiene de continuo cubierto por nubes. Aunque de por sí la comandancia general es trashumante, a veces se aposenta ahí, aunque con más brevedad que las nubes.

“El Cama de Nubes”.

Llegar ahí no es fácil. Primero se deben cruzar potreros y acahuales. Malo si lluvia, malo si sol. Después de unas 2 horas de espinas e insultos, se llega al pie de la montaña. De ahí se eleva un estrecho sendero que faldea el contorno del cerro de modo que siempre hay un abismo a la derecha. No, no fueron consideraciones políticas las que decidieron ese trazo en espiral ascendente, sino el corte caprichoso de ese pico montañoso en mitad de la sierra. Aunque uno no paraba de subir hasta que estaba casi a las puertas de la champa de la comandancia general del ezetelene , se habían realizado algunas obras de ingeniería militar de modo que el puesto del vigía tuviera tiempo y distancia para un avistamiento oportuno.

De ahí, el caminamiento de acceso al cuartel era propositivamente difícil. A la rudeza de la montaña, habíamos agregado palotadas puntiagudas, zanjas y espinas, de modo que sólo era posible transitar por él de uno en uno.

Cuando yo era joven y bello, con carga promedio -digamos unos 15-20 kilogramos-, hacía yo unas 6 horas desde la base del cerro. Ahora que sólo soy bello, y sin carga, me toma de 8 a 9 horas.

Nuestro empecinado premodernismo y nuestro desprecio a las campañas electorales impiden que tengamos helipuertos en nuestras posiciones. Así que sólo se puede llegar caminando.

Con estas referencias, era lógico que la primera pregunta que aflorara fuera:

“ ¿Y cómo llegó hasta aquí Don Luis? ”

Él respondió: “ Caminando “, con la misma tranquilidad que si hubiera dicho “ en taxi “.

Don Luis se veía completo, sin agitación visible, su boina intacta, su saco oscuro con apenas unas hebras de bejucos y ramas, su pantalón de pana apenas manchado y sólo en el bies, sus zapatos mocasines de una pieza. Todo completo. Si acaso había algo que notar era su barba de días y el evidente absurdo de su camisa clara, con el cuello almidonado abierto.

A mí esa subida me toma al menos 3 remiendos de la camisola, 4 del pantalón, un refuerzo en ambas botas, y un par de horas tratando de recuperar el aliento.

Pero Don Luis estaba ahí, sentado frente mío. Sonriendo. Aparte de un ligero arrebol en sus mejillas, se podría decir que, en efecto, se acababa de bajar de un taxi.

Pero no. Don Luis había respondido “ caminando “, así que nada de taxi.

Estaba a punto de soltarme con una larga retahíla de reconvenciones sobre la salud, los calendarios hechos achaques, la imposibilidad de que, a su avanzada edad, tratara de hacer cosas absurdas, como subir una montaña y apersonarse, de madrugada, en la comandancia general del ezetaelene , pero algo me detuvo.

No, no fue el hecho incuestionable de que ahí se encontraba ya.

Fue que la sonrisa de Don Luis se había tornado nerviosa, inquieta, como cuando no se teme preguntar, sino tener respuestas.

Entonces hice la pregunta que habría de marcar esa madrugada:

“ ¿Y qué es lo que quiere Don Luis? ”

“Quiero entrarme de zapatista”, respondió.

No había en su voz rastro alguno de burla, sarcasmo o ironía. Tampoco duda, temor, inseguridad.

Ya antes me he enfrentado a que un ciudadano o ciudadana declara así su intención, (aunque no con esas palabras, porque más bien lo suelen hacer con consignas incendiarias y frases rimbombantes donde hay mucha muerte y poco o nada de vida), aunque, claro, no pasan del potrero.

Me atraganté, y ni siquiera estaba encendida la pipa para fingir que era por el humo. Resignado ante la falta de tabaco seco, me limité a mordisquear la boquilla.

“ Quiero entrarme de zapatista “, dijo. Don Luis había usado una expresión verbal más propia de la cotidianeidad en las comunidades zapatistas, que de la Academia Mexicana de la Lengua.

Seguí el protocolo en estos casos:

Le detallé las dificultades geográficas, temporales, físicas, ideológicas, políticas, económicas, sociales, históricas, climáticas, matemáticas, barométricas, biológicas, geométricas e interestelares.

A cada dificultad, la sonrisa de Don Luis perdía algo de nerviosismo y ganaba en seguridad y aplomo.

Al terminar la larga lista de inconvenientes, el rostro de Don Luis parecía haber recibido un asiento en el Colegio Nacional, en lugar del “NO” diplomático que le había endilgado.

“ Estoy dispuesto “, dijo después del crujido del último pedazo sano de la boquilla de mi pipa.

Intenté disuadirlo mencionado los inconvenientes de la clandestinidad, el ocultarse, el anonimato.

“ Además “, añadí con displicencia, “ ya no hay pasamontañas “.

Era evidente que no estaba yo haciendo el mejor papel. Por más que me reacomodaba en la silla y movía nervioso los cosas sobre la mesa, no encontraba cuál era la explicación lógica al absurdo de la situación.

Don Luis se acomodó la boina sobre el plata de su rala cabellera.

Pensé que se iba a despedir pero, cuando me incorporaba para llamar a la guardia para que lo acompañara, dijo:

“ Éste es mi pasamontaña “, dijo señalando su boina.

Cuando le argumenté que el pasamontañas debía ocultar el rostro de modo que sólo la mirada permaneciera, me refutó:

“ ¿No se puede ocultar el rostro sin cubrirlo? ”

En ese momento agradecí dos cosas:

Una, que en el continuo mover las cosas sobre la mesa, había encontrado una bolsita de tabaco seco.

La otra, que la pregunta del doctor en filosofía Luis Villoro Toranzo, me daba tiempo para tratar de acomodar las piezas y entender de qué iba todo eso.

Así que, me resguardé detrás de las palabras para pensar mejor:

“ Se puede, Don Luis, pero para lograrlo tiene que modificar como quien dice el entorno. Hacerse invisible es, entonces, no llamar la atención, ser uno más entre muchos. Por ejemplo, se puede ocultar a alguien que perdió el ojo derecho y usa un parche, haciendo que muchos usen un parche en el ojo derecho, o que alguien que llame la atención se ponga un parche en el ojo derecho. Todas las miradas irán sobre quien llama la atención, y los demás parches pasan a segundo plano. De ese modo, el tuerto real se vuelve invisible y puede moverse a sus anchas “.

“ Dudo que usted pueda lograr que en el medio académico y universitario todos usen boina negra o que alguien que llame la atención poderosamente la use. Por ejemplo, si usted logra que Angelina Jolie y Brad Pitt usen boina negra, bueno, entonces sí, no se ofenda Don Luis, ni quien se fije en usted “.

“ Además la boina remite más al Ché Guevara que a la filosofía idealista de la ciencia. Ya sabe usted, aunque es una selva, el instituto de investigaciones filosóficas no es precisamente un centro de subversión, que digamos ”

“ Pero “, interrumpió él, encajando sin dificultad el calambre, “ otra forma de no llamar la atención, es decir, de pasar desapercibido, es no modificar la rutina, seguir vistiendo lo de costumbre. Al mirarme con la boina negra, no verán nada extraño. En cambio, si me pongo un pasamontañas, pues eso sería una modificación radical. Me verían. Llamaría la atención. Dirían “es el profesor Luis Villoro con pasamontañas, ha enloquecido, pobre, tal vez oculta alguna deformación reciente, o las huellas de la vejez, o la enfermedad, o un crimen inconfesable”. Y, mutatis mutando, si se deja de hacer algo rutinario o de costumbre, llama la atención. Por ejemplo, Subcomandante, si usted deja la pipa, llama la atención. Si se pone un parche en el ojo, otro ejemplo, se fijarán más y empezarán a especular si lo ha perdido o si lo tiene amoratado por un golpe “.

“ Buen punto “, dije y discretamente tomé nota.

Don Luis continuó: “ Si me pongo la boina, cualquiera que me vea no dirá nada, pensará que sigo siendo el mismo “.

Entonces, agregó como conclusión lógica:

“ Y mi nombre de lucha va a ser “luis villoro toranzo “.

“ Pero Don Luis “, rechacé, “ si de por sí ése es su nombre “.

“ Correcto “, dijo levantando el índice derecho. “ Si me pongo ese nombre de lucha, nadie va a saber que soy zapatista. Todos pensarán que soy el filósofo Luis Villoro Toranzo “.

“ ¿No dijo usted que al cubrirse el rostro los zapatistas se mostraban? ”

Asentí sabiendo a dónde iba.

“ Ahí está, con la boina y el nombre me muestro, es decir, me oculto “.

“ ¿No era esa la paradoja? ”

Hubiera dicho “ Touché “, pero estaba tan desconcertado que mi francés quedó en el baúl de los olvidos.

El resto de la noche-madrugada la pasé argumentando en contra y él contra argumentando a favor.

Déjenme decirles que, hay que reconocerlo, su razonamiento lógico era impecable, y con gracia y buen humor sorteaba una y otra vez las trampas falaces con las que suelo hacer tropezar a los más renombrados intelectuales.

Sí, estoy siendo sarcástico, así que nadie se llame a ofensa.

El caso, o cosa, era que Don Luis Villoro Toranzo, aspirante a zapatista cuyo nombre de lucha sería “Luis Villoro Toranzo” y que, para ocultarse mejor, mejor se mostraría con una boina negra como pasamontañas, fue deshaciendo uno a uno los obstáculos y reparos que, con cierta necedad, le fui poniendo.

“ La edad “, le dije como postrer argumento y casi desfalleciendo.

Él remató con: “ Si mal no recuerdo, usted, subcomandante, alguna vez señaló que el límite era un segundo antes del postrer suspiro “.

La luz del amanecer ya delineaba los garabatos del horizonte cuando decidí asumir la mejor posición en estos casos: alegué demencia.

“ Mire Don Luis, si por mí fuera, claro, sería un honor, claro, pero no a mí me corresponde, claro, aceptar o rechazar una solicitud de alta en el EZLN, claro. Yo soy, claro, digamos que el sinodal, claro, pero quien califica es otro, claro. Además de ahí sigue el responsable local, claro, el regional, claro, el comité, claro, la comandancia general del ejército zapatista de liberación nacional, claro. ¿Por qué mejor no se va usted a su casa y ya le avisaré cuando sepa algo”?

Pero… cuando estaba yo diciendo eso, entró a la comandancia general el otro indígena que nos completa a Moy y a mí.

“ Ah “, dijo, “ veo ya hablaste con él ”

“ Sí “, dije, “ pero está necio en que quiere ser zapatista “.

“ Bueno “, dijo el otro, “ en realidad le estaba hablando al compa Luis Villoro Toranzo, no a ti “.

“ Él ya había hablado conmigo, le dije que como quiera pasara contigo para que revisara sus argumentos “.

“ Pero ya está: lo tengo ya dado de alta en la unidad especial. Ahora es para nosotros el colego Luis Villoro Toranzo “.

“ Ya le expliqué que, por nuestro modo, le diremos sólo “Don Luis”, así que creo que sólo falta darle la bienvenida y asignarle su trabajo “.

El ya compañero zapatista Luis Villoro Toranzo se puso de pie y, con admirable prestancia, en posición de firmes saludó al oficial.

“ ¿Y cuál será el trabajo que se le asignará? ” alcancé a preguntar en medio de la bruma de mi confusión.

“ Pues el que le toca de por sí: la posta “, dijo el otro y se marchó.

Casi podría aventurar que Juan, Fernanda y quienes ahora me escuchan y me leerán después, han recibido estas palabras como una más de las fantásticas historias que pueblan las montañas del sureste mexicano, remontadas una y otra vez por escarabajos, niños y niñas irreverentes, fantasmas, gato-perros, lucecitas titilantes y otros absurdos.

Pero no. Es hora ya de que sepan que Don Luis Villoro Toranzo se dio de alta en el EZLN una madrugada de mayo, hará ya muchas lunas.

Su nombre de lucha fue “Luis Villoro Toranzo” y en la comandancia general del EZLN lo conocíamos como “Don Luis” por razones de brevedad y eficacia.

El lugar fue en el cuartel general “Cama de Nubes”, donde dejó guardada su camisola marrón para los regresos en los que incurrió varias veces antes de fallecer.

¿Qué más puedo decirles?

Cumplió a cabalidad su misión. Como centinela en uno de los puestos de guardia de la periferia zapatista estuvo atento a lo que ocurría, con el rabillo del ojo del pensamiento crítico se percató de cambios y movimientos que, para la inmensa mayoría de la intelectualidad autodenominada progresista, pasaron desapercibidos.

Producto de la alerta del caracol a su cargo, ustedes escucharán, y algunos más leerán, en estos días, las reflexiones que sobre esos cambios y movimientos hemos hecho.

Un regalo al estilo zapatista

Fue otra madrugada. Don Luis, el entonces Teniente Coronel y hoy Subcomandante Insurgente Moisés, y yo habíamos iniciado la plática como a las 1700 hora del frente de combate suroriental. Como a las 2100 el ahora SupMoy se disculpó porque tenía que retirarse a checar las posiciones circundantes.

El modo de debatir de Don Luis tenía su particularidad: donde otros manotean y alzan la voz, él sonríe con vaga ausencia. Donde otros argumentan consignas él dice un disparate -“Sólo por darse tiempo”, me decía a mí mismo.

Por lo regular esas pláticas semejaban a encuentros de esgrima. Aunque sobre decirlo, las más de las veces me vi derribado. Así sucedió cierta vez. Don Luis entonces río y soltó: “ ¡Derribado, pero no destruido! ” Yo me reincorporé con palabras, haciéndole ver que sería mal visto que un filósofo neopositivista, cite, queriéndolo o no, la segunda carta del apóstol Pablo a los Corintos. Y él, sonriendo taimado, “ y se vería peor que un jefe zapatista identificara la cita “. Entonces se puso de pie y recitó dramático: “ Que estamos atribulados en todo, más no angustiados; en apuros, más no desesperados; perseguidos, más no desamparados; derribados, pero no destruidos ” y luego dirigiéndose a mí: “ y me extraña que no haya señalado que se trata del capítulo IV, versículos 8 y 9 “.

Aún adolorido por la paliza argumentativa, repuse: “ siempre he pensado que ese texto más parece comunicado zapatista describiendo la resistencia, que parte del Nuevo Testamento “.

“ ¡Ah! ¡la resistencia zapatista! “, exclamó con entusiasmo.

Y luego: “ ¿Sabe Subcomandante? Ustedes deberían abrir una escuela “.

“ No una, muchas “, le dije.

Deben haber sido los años 2005-2006, años antes Don Luis se había dado de alta en nuestras filas y las Juntas de Buen Gobierno se empeñaban en las necesidades de salud y educación en las zonas, regiones y comunidades.

Don Luis precisó entonces: “ No, no me refiero a esas escuelas. Claro, hay que abrir muchas de ellas, ni dudarlo. Yo hablo de una escuela zapatista. No una donde se enseñe zapatismo, sino una donde se muestre el zapatismo. Una donde no se impongan dogmas, sino que se cuestione, se pregunte, se obligue a pensar. Una cuyo lema sea “¿Y tú qué? “.

En realidad la idea de Don Luis no era original. Ya antes la habían esbozado, con enunciados distintos, Pablo González Casanova y Adolfo Gilly.

Pero nuestra idea no era ni es enseñar, tampoco “mostrar”. Sino provocar. El “¿y tú qué?” no buscaba recibir una respuesta, sino incitar una reflexión.

En fin, prosigo:

La discusión pasó a ser plática, de la misma forma en que un torrente alcanza una planada en su serpenteo y se convierte en un plácido fluir. Plácido, sí, pero imparable.

Ya era madrugada. La guardia nocturna nos avisó que Moy seguía ocupado y nos ofreció café. A mi mirada Don Luis respondió con un gesto afirmativo. No sé realmente si Don Luis tomaba café siquiera, siempre dejó su taza sin tocar. Entonces lo achaqué al calor de la plática. Ahora se me ocurre que nunca le pregunté siquiera si acostumbraba beberlo. Uno podría suponer, claro, filósofo, claro, “café” es para un filósofo como un apellido indeseable. O tal vez lo tomaba. Estamos en Chiapas, pues. Venir a Chiapas y no tomar café es… como ir a Sinaloa y no comer chilorio, como ir a Hamburgo y no zamparse una hamburguesa, como ir a La Realidad y no toparse con ídem.

El asunto es que, sin darnos apenas cuenta, estábamos hablando de regalos.

“ Imagine cuál sería el regalo perfecto “, propuso.

“ El más sorpresivo “, respondí sin pensar.

“ No, el que no pudiera ser agradecido. “, reviró.

“ O el que no fuera regalo “, contra ataqué.

“ ¿Cómo? “, preguntó intrigado.

“ Como por ejemplo un enigma, o una pieza de rompecabezas. O sea, un regalo sin razón de ser. Si no hay una razón, aumenta la sorpresa “, dije.

“ Cierto, pero para quien lo da, podría ser un regalo el no poder ser agradecido por el regalo “, dijo como para sí mismo.

Conforme se hacía más revuelta la argumentación lógica, más pensaba yo que Don Luis se estaba cansando. Pero no, estaba animado y tenía la mirada brillante, como si…

Me levanté y le toqué la frente. No dije nada, sólo me dirigí a la puerta y le avisé a la posta: “ Que venga la compa de sanidad “.

Don Luis tenía fiebre. La insurgenta de sanidad recomendó antipirético, un baño de agua fría y mucho líquido. Don Luis no se opuso a nada. Pero en cuanto se retiró la compañera, me dijo “ basta con un poco de descanso ” y se durmió. 2 días estuvo así, apenas despertándose para comer e ir al baño.

Ya repuesto del todo, me dijo que debía retirarse, me recomendó que releyera sus informes de vigilancia y se despidió.

Antes de cruzar el dintel de la puerta, sin voltear a verme y más bien para sí, murmuró: “ Eso, un regalo que no se pueda agradecer. Sería muy zapatista “. Se colocó la boina, me dijo algo más y se fue.

Ahora, a más de 12 lunas de su ausencia, puedo contar lo que me dijo al despedirse esa ya mañana, con el sol levantando luces y sombras.

“ Compañero subcomandante insurgente marcos “, me dijo cuadrándose con notable vitalidad.

“ Compañero Luis Villoro Toranzo “, le dije siguiendo mi vieja costumbre de indicar así que estaba listo para escuchar.

“ Quiero pedirle algo ”

No se me escapó el abandono de la informalidad, pero lo achaqué a su nueva profesión.

“ No vaya usted a decir nada de esto a nadie más, por el momento “, demandó.

“ Claro “, le dije, “ entiendo. El secreto, la clandestinidad, eso, que la familia no sepa ”

“ No es eso “, me dijo.

“ Quiero que lo diga después ”

“ ¿Cuándo? “, le pregunté.

“ Usted va a saber cuándo es el mejor momento. Para usar nuestro modo: “de por sí llegarán el calendario y la geografía “.

“ ¿Y por qué? “, le pregunté curioso.

“ Es un regalo que quiero darle a mis hijos y a mi compañera “.

“ Hombre Don Luis, no chingue, mejor regálele una corbata verde con motas rojas a Juan, a Miguel una roja con motas verdes, o viceversa; a su hija Renata un jarrón y a Carmen, un cenicero, o viceversa. Como quiera, como en toda buena familia, se van a pelear. A Fernanda un cuaderno de apuntes, de ésos de rayas. Son inútiles y horribles todos esos obsequios, pero lo que cuenta es la intención “.

Don Luis rio de buena gana. Ya más serio continuó:

“Cuénteles mi historia. O bueno, esta parte de mi historia. Entonces ellos y ellas entenderán que no me escondí de ellos. Sólo lo guardé como regalo. Porque el encanto de los regalos es que son una sorpresa. ¿No cree usted?”

“Dígales que les regalo este pedazo de mi vida. Dígales que se los oculté no como se esconde un crimen, sino como se guarda un regalo”.

“Mire Sup, muchas cosas se dirán de mi vida, algunas buenas, algunas malas. Pero esta parte, creo, les desarreglará todo, pero no con pena y dolor, sino con la alegre travesura de ese viento fresco que tanta falta nos hace cuando la pena de la ausencia y los grises de la seriedad, la formalidad y los nombramientos, se convierten en piedra y epitafio.”

“Está bien, Don Luis”, le dije, “pero no descarte lo de las corbatas, el jarrón, el cenicero y el cuaderno de apuntes “.

Se marchó sonriendo.

Así que Juan, Fernanda, familiares de Don Luis Villoro Toranzo, durante años guardé como secreto este pedazo del amplio rompecabezas que fue la vida de Don Luis.

No esa vez, sino después, cuando la rabia y el dolor nacían del cuerpo masacrado del compa maestro zapatista Galeano, fue que entendí el por qué de retener esa pieza de su vida.

No era que él se los ocultara porque le diera vergüenza, ni porque temiera que lo delataran con el enemigo de mil cabezas, o porque así evitara que trataran de disuadirlo.

Era porque quería darles este regalo.

Una pieza que provoca, que alienta, que agita, justo como su pensamiento hecho viento travieso en nosotros.

Una pieza más de la vida de Don Luis.

La pieza que se llamó Luis Villoro Toranzo, el zapatista del EZLN.

Cayó y calló en el cumplimiento de su deber, cubriendo la posición de centinela en este mundo absurdo, terrible y maravilloso que es el que nos empeñamos en construir.

Sé bien que dejó un legado de libros y brillante trayectoria intelectual.

Pero también me dejó estas palabras para que, hoy, yo se las dijera:

“ Porque hay secretos que no avergüenzan, sino enorgullecen. Porque hay secretos que son regalos y no afrentas ”

Ahora y sólo ahora, cuando les entrego estas hojas, podrán leer cómo se titula este texto en el que viene envuelto, con mis torpes palabras, la pieza del rompecabezas que se llamó:

“Luis Villoro Toranzo, el zapatista”.

Vale. Salud y reciban de todos y todas nosotros el abrazo que les dejó guardado con nosotros el compa zapatista Don Luis.

Desde las montañas del Sureste Mexicano, y ahora bajo tierra.


México, 2 de mayo del 2014.
Hecho público el 2 de mayo del 2015.