domingo, 30 de octubre de 2016

Atenco: quince años después



I

Ante lo que parecía una sentencia de muerte segura, el 22 de octubre de 2001 nació una de las resistencias más emblemáticas del México bravío. De entonces a la fecha, los ejidatarios del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) han soportado lo indecible ante la ferocidad del Estado. Las tierras de Atenco, amenazadas por la soberbia y la codicia de diferentes administraciones gubernamentales en contubernio con el poder empresarial, son productivas gracias al trabajo y al cuidado ancestral. En ellas conviven la historia milenaria del poeta Nezahualcóyotl y una diversidad de flora y fauna única en el Valle de México. Lo que las mujeres y los hombres del FPDT defienden no es, como absurdamente se maneja en los medios masivos de comunicación, un “pedazo de tierra” sino toda la historia que hay en ella, la identidad cultural y un legado vivo que se opone a la manida idea de progreso neoliberal.

Contra viento y marea, con la firmeza como estrategia y la solidaridad como alimento, el FPDT venció la arremetida iniciada con Vicente Fox. En octubre de 2001empezó la batalla para echar atrás el decreto expropiatorio que buscó pagar las tierras a siete pesos el metro cuadrado. Desde las esferas gubernamentales jamás se esperó la respuesta de los campesinos y, mucho menos, que ésta fuese tan decidida: la idea de dejar la vida por defender la tierra no era simplemente una consigna. Luego de una incesante pelea, el decreto expropiatorio cayó en agosto de 2002. La resistencia del FPDT estuvo signada por la imaginación y la confianza atenquense en la fuerza de la movilización en tanto pilar de la pelea. El FPDT derrotó, machete en mano, a una administración foxista que demostró ser fiel reflejo de la estupidez y la ceguera gubernamentales. La abrogación del decreto expropiatorio significó un verdadero hito en la historia contemporánea de México al poner contra la pared al poder del Estado y demostrar que la única garantía para conservar los derechos sociales se cimienta en la movilización social organizada, inteligente y cohesionada.

II

La lucha iniciada en 2001 representó el nacimiento y la consolidación de la que es, muy probablemente, la organización plebeya más reconocida entre el movimiento social de nuestro país. No existe una sola lucha social de izquierda, por grande o pequeña que sea, mediática o no, a la que el FPDT no haya extendido su cariño solidario. El paliacate y el machete han sabido cobijar a quienes defienden el derecho a la vida en un México que se llena de muerte.

Luego de la cancelación del proyecto aeroportuario, el FPDT se convirtió en una organización faro, cuya interlocución hubo de ser reconocida hasta por las autoridades del gobierno del Estado de México. Entre 2002 y 2006, la resolución de ciertas problemáticas sociales se debió a la fuerza del FPDT sin que ello representara sumisión o abandono de la movilización. Es bueno recordar, además, que en el 2003 se llevó a cabo un proceso electoral en el que algunas organizaciones sociales insistieron en que el FPDT ocupara su prestigio y la fuerza social generada para competir por la presidencia municipal de Atenco. Desde luego, el FPDT optó por rechazar el camino de las urnas y continuar en el andar diario de hermanar distintas luchas. Los ejidatarios atenquenses tejieron una red de organización en la zona de Texcoco que posibilitó el respeto a tarifas de transporte, mayor acceso a servicios de salud y educación, entre otros. El peligro que los atenquenses representaban en ese momento era, ni más ni menos, la fuerza y la voluntad organizativa que, en los hechos, tenía la capacidad de dar respuesta a demandas no atendidas por las autoridades oficiales.

III

Es necesario destacar, por un lado, la labor incansable del FPDT por conjuntar las diversas resistencias locales; por otro, debe tomarse en cuenta que dicha faena se realizaba enfrentando tanto a las autoridades federales –representadas en la administración de Vicente Fox–, como al gobierno del Estado de México encabezado por Arturo Montiel. En 2005, Enrique Peña Nieto llegó a la gubernatura del estado. Un año después, él se haría responsable del brutal operativo desatado contra los ejidatarios. El 3 de mayo del 2006 se llevó a cabo el desalojo de vendedores de flores en el mercado de Texcoco, en el transcurso del día hubo dos intentos de las fuerzas federales por tomar San Salvador Atenco. La madrugada del 4 de mayo, miles de policías federales, estatales y municipales arremetieron contra los ejidatarios. [1] El objetivo de la incursión policiaca era frenar al FPDT, descabezarlo y terminar con la organización campesina. Para ello, el gobierno de Peña Nieto, y para entonces el de Felipe Calderón así como el gobierno perredista de Texcoco, desplegaron todas sus fuerzas policiacas con dicho fin. Es cierto, además, que todo ello ocurrió en el contexto de La otra campaña, la iniciativa zapatista que, justamente, visitó San Salvador Atenco unos días antes y a la que el FPDT se sumó. Sin embargo, más que buscar frenar tal iniciativa, como algunos análisis sugirieron, se trató de dar un escarmiento ejemplar a los atenquenses. Cientos de detenidos, dos jóvenes asesinados, cientos de heridos y veintisiete mujeres abusadas sexualmente fue el resultado del operativo. Además, se desató una cacería de brujas contra los integrantes más representativos del FPDT y, finalmente, se sentenció a Ignacio del Valle, Felipe Álvarez y Héctor Galindo a condenas de más de 60 años en el caso de los dos últimos y de 120 años en el caso del primero.

Parecía, y no era para menos, que el objetivo se había cumplido. Pero desde los primeros días que sucedieron a la incursión policiaca surgieron nuevos liderazgos, especialmente de mujeres que tomaron el mando de la nueva etapa de la resistencia. Poco a poco, vencieron el miedo y las movilizaciones por la libertad de los presos y el castigo a los responsables se hicieron visibles. Quedó claro que el FPDT no fue derrotado y que, pese a la brutalidad de un operativo hasta entonces no visto en el país, venció tanto a la administración de Felipe Calderón como a la de Enrique Peña Nieto. Luego de cuatro años en el frío, [2] tras una intensa campaña nacional e internacional por la libertad de los presos políticos, que unió al más amplio espectro de las fuerzas sociales en el país, la libertad de los atenquenses selló la derrota de Peña Nieto y Felipe Calderón.

IV

El FPDT ha enfrentado hasta el momento a tres administraciones priistas a nivel estatal (Arturo Montiel, Peña Nieto y Eruviel Ávila en la actualidad), a dos panistas a nivel federal (Vicente Fox y Felipe Calderón) y a la que hoy encabeza Enrique Peña Nieto. Todas están marcadas por la rapacidad y el amplio despojo de los derechos elementales del pueblo mexicano recrudecido por el proyecto neoliberal que defienden. Todas han insistido, de diversos modos, en que el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México debe ser, pase lo que pase, construido en las tierras atenquenses. Todas, y en eso se hermanan, han sido vencidas por la valentía y la entereza campesina.

Sin embargo, la ofensiva contra Atenco no se detiene. Los ejidatarios han denunciado las distintas estrategias seguidas por el actual gobierno federal para alcanzar el añorado despojo. La intimidación, la compra de terrenos a precios “razonables”, las promesas de cooperativas, las irregularidades en las Asambleas para cambiar “legalmente” la posesión de los terrenos y la violación a los amparos obtenidos son, grosso modo, elementos para llevar a cabo la construcción del aeropuerto. Las recientes agresiones contra miembros del FPDT en el campamento de resistencia, instalado en los terrenos donde se desarrollan obras de construcción, representan una muestra más de la desesperación al no concretar el arrebato. Los campesinos de San Miguel Tocuila que fueron golpeados, y prácticamente secuestrados en su domicilio, señalaron que pase lo que pase no bajarán los brazos.

V

En quince años el FPDT se ha repuesto de los golpes más duros. Se crece al castigo. Lo ha logrado gracias a su fe inquebrantable en el pueblo, a su visión amplia de construir, sin sectarismos pero sin perder la independencia ante las instituciones del Estado, la solidaridad en los hechos.

Para la defensa de la vida han puesto su sangre. Las tierras de Atenco tienen el eco de José Enrique Espinoza Juárez y la solidaridad encarnada en Alexis Benhumea. La valentía de las 27 mujeres, su deseo de justicia, es un ejemplo imborrable para todos los que deseamos un mejor país.

El movimiento social de México tiene mucho que aprender de estos largos quince años en los que machetes, paliacates y solidaridad han hecho del FPDT un digno representante del México bravío.

Para las mujeres y los hombres de Atenco, agradecimiento eterno por su lucha constante y por su amor a la tierra.

Notas:

[1] Una revisión valiosa al respecto del operativo es la que realizó el Canal 6 de julio en el documental Romper el cerco, disponible en https://www.youtube.com/watch?v=qY1VwjT9wiI

[2] Véase la entrevista realizada por Alejandro Almazán a Ignacio del Valle, disponible en http://www.m-x.com.mx/xml/pdf/233/22.pdf

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