Un entorno de impunidad sirve de antesala al cumplimiento de dos años del crimen de Iguala en el Estado de Guerrero, los 43 siguen perdidos en la oscura noche que ha desgarrado al país hasta en su última esencia, el dolor sigue siendo el mismo, la humanidad frente a la sinrazón del poder, Ayotzinapa es la síntesis de la rabia y el cinismo con que se escribe la historia nacional.
El sentimiento general de la sociedad es referente del malestar que impera en toda la geografía mexicana, desconcierto y temor, indignación y frustración. Desesperanza que buscan los poderosos implantar en las mentes y los corazones de la sociedad, la violencia y su monopolio estatal pretende acabar con toda ilusión de establecer la justicia y un poco de razón en un país burlado al grado descarado de que el llamado presidente olvida por error de imprenta respetar las leyes, ¿qué podemos esperar frente a tanta impunidad?, ¿acaso hay salida ante el desamparo social?, la frente en alto de los padres que buscan a sus hijos desaparecidos es la respuesta más cabal que en los últimos años hemos presenciado, nada está perdido mientras la fuerza de la utopía nos empuje a seguir resistiendo.
El tiempo pasa, se pierde en los calendarios del poder, entre telenovelas recicladas y alienantes del sentido humano, pero abajo, ahí donde la mirada de quien dice mandar no alcanza a llegar, donde aquellos que juegan con nuestras vidas llamándole “desarrollo” no pueden por lo menos nombrar, ahí, ahí mismo y desde siempre, el tiempo es otro y pasa, claro que pasa, sólo que su paso es diferente, si arriba se olvida, abajo se recuerda, un recuerdo muy humano, muy propio de quienes el dolor les asiste junto con la razón del reclamo, ahí donde habita la dignidad, ahí la utopía es praxis y se materializa en la resistencia, el otro mundo existe desde hace tanto en el palpitar humano de los puños siempre en alto.
La impunidad se viste de gala, le gusta cuando se cumple un aniversario más, se sabe o mejor dicho se cree vencedora, la mesa ponen los cerdos y en ella asientan sus gruesas billeteras vacías de humanidad, comen en platos comprados en tiendas extranjeras pero elaborados por las manos humildes del trabajador virtuoso, comen, se atragantan, chorrean sangre que limpian con los finos manteles tejidos en las maquiladoras sobre-explotadoras, tal y como dijera aquel viejo alemán de blanca barba, el sistema funciona, no hay estado fallido, no hay estado de excepción, hay un Estado que funciona como fue concebido, para y por los intereses del dinero, del orgullo falso vestido a la moda y al servicio de quien gobierna.
Dos años y las calles se cubren de la rabia, del dolor digno, de la resistencia que con voz rebelde nuevamente clama por justicia y pide se resuelva un caso de barbarie. Al tiempo de los poderosos que promete olvido se le antepone la memoria colectiva, la memoria que nos mantiene vivos y llenos de esperanza, arriba se espera que Ayotzinapa sea un recuerdo, una efeméride más entre tantas tragedias, quieren burlarse por siempre y reír cada 26 de septiembre señalando a quien se sume al reclamo, criminalizan la vida, exaltan la muerte, se olvidan que de la ceniza el fénix hace más fuertes sus alas, el fuego de la memoria transformará esta realidad convirtiéndola en otro mundo, uno mucho mejor donde habrán de caber todos los mundos.
Democracia le llaman a un sistema que impone mientras pisa, huellas de las botas militares se rastrean en la noche de Iguala, silencios oficiales, verdades falsas, falsos quienes apoyan la ignominia, aquellos que en la prensa o en la televisión dicen la mentira del poder y la repiten para que poco a poco sea creída por la sociedad, falsa democracia con olor a droga, a terrorismo, a pólvora e impunidad, sistema de papel con dientes de sable, democracia con cara oculta, oscura y siniestra es su verdadera naturaleza, la luz de los pueblo dará lugar al gobierno de la razón.
Ayotzinapa vive, resiste, nos alienta, nos enseña, es ejemplo de dignidad y persistencia, el llanto continuo de los padres es fuerza para los espíritus desgastados. Ayotzinapa es utopía realizable, es la verdad más fuerte de nuestras voces gritan. Ayotzinapa es humanidad, es amor, es sentimiento, es el canto de ilusión que desde nuestras almas brinda el coraje para insistir frente a tanta impunidad, barbarie e inhumanidad.
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