A cinco meses de la desaparición de los 43 normalistas en Iguala, la movilización para recordarlos mantuvo su espíritu emocional, pero sin la fuerza de antes
POR HIDALGO NEIRA - Viernes 27 de febrero de 2015
Los cercos del cuerpo de tránsito del Distrito Federal preparaban barricadas preventivas desde la Fuente de Petróleos. Los dispositivos de seguridad se distribuían a lo largo del Paseo de la Reforma y en puntos clave de la arteria para detener el movimiento vehicular de manera repentina, si es que era necesario. En la Diana Cazadora finalmente a las 16:00 horas, los vehículos se desviaban por las laterales de Reforma y Sevilla. Los contingentes de manifestantes fueron apareciendo en grupos numerosos hasta rodear por completo la efigie inaugurada por Porfirio Díaz. Pero a pesar de que los congregados eran muchos y se agrupaban para clamar la aparición con vida de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. A cinco meses de haber sido desvanecidos sin rastro, la potencia del movimiento ya no era la misma, algo faltaba. Entre la multitud principalmente encabezada por jóvenes, había de todo: encapuchados, grafiteros –quienes gritaban consignas contra el Gobierno federal– curiosos y un gran cuerpo de aficionados a la fotografía que aprovechaban el momento para capturar el retrato del reclamo social. Sin acontecimientos de desorden y en una vía pacífica, los inconformes se instalaron en el cruce de Calzada de Chivatito y Paseo de la Reforma alrededor de las 18:00 horas. Ahí los aguardaba un templete donde lanzaron la pregunta: “¿Por qué, por qué los asesinan? Si son la esperanza de América Latina”. El cuerpo policial resguardó Calzada de Chivatito de manera preventiva. Esperaban que los desmanes se dieran en cualquier momento. Sin embargo la paz reinó en el encuentro que también tuvo la presencia de los padres de los normalistas. A las 20:00 horas se dio por terminada la manifestación, la cual se debilitó progresivamente. Los asistentes poco a poco fueron dispersándose sin quedarse en totalidad hasta el final del mitin.
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