jueves, 14 de mayo de 2015

7 meses y medio de Iguala/Ayotzinapa, las elecciones de junio y AMLO-Morena



1. Los brutales y sanguinarios sucesos contra los estudiantes normalistas de Ayotzinapa la noche/madrugada de 26/27 de septiembre de 2014 en la ciudad de Iguala, Guerrero, no son solo una tragedia más o una atrocidad más perpetrada por las fuerzas represoras públicas y oscuras del Estado mexicano capitalista; son y representan en verdad una fortísima conmoción política y un sacudimiento de las conciencias, a nivel político, moral y emocional para todos los pobladores excluidos de México, y especialmente para los sectores populares que luchan en la resistencia y tratan de ser o convertirse en antisistémicos. Revelaron y pusieron en atroz evidencia el actuar no sólo de un Estado-gobierno ultraneoliberal, cínico y corrupto, sino la grave situación económico-político-social de una nación-pueblo: agobiada por los saqueos, la inseguridad, el narcotráfico, la criminalidad, la semiesclavitud, la pobreza, la precariedad, el sistema de partidos, los fraudes, la simulaciones, la clase política, la oligarquía, las instituciones podridas; en fin, la necropolítica (Luis Arizmendi dixit) exudada por todos los poros del poder: desde el presidente en turno hasta las autoridades municipales, atravesando el sistema judicial, el ejército, la marina y las policías de todo nivel. Pues, además, como han demostrado con mayor crudeza y fuerza las actuaciones de autoridades durante los últimos años y especialmente evidentes en los últimos 7 meses y ½: el contubernio entre autoridades, intereses capitalistas (nacionales y trasnacionales, legales e ilegales) y grupos delincuenciales de todo tipo se ha convertido en sistémica. “Son lo mismo”, se ha dicho en vox populi.
2. Asimismo y como contexto condicional de esta situación, en la historia mexicana reciente se destacan entre otras decadencias y contradicciones sistémicas las siguientes: El creciente sometimiento de México al imperialismo norteamericano (amarrado en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte) bajo condiciones de deterioro económico; es decir, actuando para socavar la economía nacional mexicana, para impulsar la militarización, para destruir el Estado de bienestar y por ello para apuntalar el narco-Estado policial-criminal, el Estado forbesiano1, y por ende el neoliberalismo extremo y sumiso a los dictados del orden capitalista imperial. Asimismo y como uno de sus correlatos, tenemos los datos de que las transacciones con pesos mexicanos a través de negocios legales e ilegales, pero principalmente con éstos últimos (narcotráfico y otros tráficos clandestinos: personas, órganos humanos, plantas, piezas arqueológicas, etc.) han crecido ampliamente ubicándose en el quinto lugar mundial2.
Uno de los resultados más atroces de todo ello, se expresa en los espeluznantes hechos (que ha sido denunciados ampliamente a nivel nacional e internacional) de la existencia en México de más de 100 mil muertos y aproximadamente 40 mil desaparecidos en la llamada (por el propio Estado militarizado y terrorista mexicano) “guerra contra el narco y el crimen organizado”, o más bien de guerra contra los empobrecidos y desesperados, víctimas en su mayoría “colaterales” (víctimas fallecidas de las víctimas sobrevivientes).
3. Por ello con la masacre de Iguala y lo acontecido en los últimos 7 meses y ½ desde el 26/27 de septiembre, hay un claro y decisivo antes y después, que marca indeleblemente la historia reciente de México; pues como dijimos, las repercusiones y los efectos en lo sociopolítico y en lo ideológico-moral conectado con lo demostrado con las movilizaciones, las protestas y las férreas persistencias de los familiares y normalistas (y sus aliados y solidarios nacionales e internacionales) son lo suficientemente contundentes para saber reconocer que no se trata de cualquier tipo de acontecimiento o sólo de unas raya más del tigre narco-neoliberal, sino que en sus profundidades y su contenidos se trata de acontecimientos topes, límites a los que ha llegado la necropolitica en su agravio al pueblo-nación, pues aunado a Atlataya y Apatzingán significan y anudan ese vuelco a la coyuntura y a una naciente nueva ventana política y social.
4. Aunque las reacciones de movilización y protesta que en los primeros meses fueron intensas hayan aminorado, a partir de la llegada institucionalizada, desviadora y distractora del tiempo electoral, que en este caso llegó como un desván donde pudieron medio escapar el sistema político, la presidencia y su gobierno ante la avalancha de críticas y ante su propia incapacidad y aturdimiento que los mantuvo unos meses contra la pared. Sin embargo, las heridas, las indignaciones y los reclamos denunciadores y desenmascaradores no han cesado ni cesarán, pues se ha conformado ya algo así como un bucle recursivo en la memoria política social del México agraviado y del México potencialmente rebelde de los últimos años.
A propósito de la llegada el ferrocarril electoral, cabe aclarar que no fue el verdadero movimiento “somos Ayotzinapa” el que, como varios analistas creen, cambió sus consignas y demandas de presentación de los desaparecidos y de ¡fuera Peña!, sino que ante el electoralismo rampante, se tuvo que dar una respuesta política meridiana de que bajo las actuales condiciones abiertas por el 26/27 de septiembre, las elecciones estaban de antemano destinadas a servir (manchadas de sangre) al régimen y a todos sus participantes (léase clase política, clase dominante y partidos políticos) de todas las posiciones y colores que acudían gustosos a refrendar (esperando mantener sus recursos y sus privilegios) esa complicidad e integración con el régimen y a él. Así pues, la denuncia de las potenciales narcoelecciones y el planteo de ¡boicot! o no participación a y en las elecciones; señalaron y señalan que dichas elecciones y su lamentable espectáculo (bajo la coyuntura Iguala-Ayotzinapa) no eran ya la vía para ningún cambio significativo desde la cámaras, desde las gubernaturas o desde las delegaciones (ni siquiera para implementar reformas o para revertir las implementadas desde Salinas de Gortari, y llegando a las de Calderón y Peña Nieto) sino que servían para maquillajes, derroches, demagogias, falsas esperanzas y farsas legitimadoras del mismo régimen.
5. De esta manera consideramos, y hemos insistido en ello3, que sólo las confluencias, las articulaciones y el trabajo sociopolítico conjunto sobre la base de plataformas, proyectos y programas de resistencia, lucha, construcción y transformación encabezados por los explotados y oprimidos y sus organizaciones, acabarán con el régimen y el sistema socio-económico necropolítico implementado por el capital en México, y a partir de ello se abrirán caminos antihegemónicos y emancipatorios más firmes.
6. Lo que cabe resaltar y que sigue vigente desde dichos acontecimientos de hace 7 meses y ½ , es que re-iniciaron una nueva oleada de protestas, exigencias, movilizaciones, rebeldías y develaciones, que obligaron y han obligado a todas las organizaciones, movimientos, fuerzas y personas que participan en la política nacional (e inclusive mundial) a definirse desde un posicionamiento, desde una actuación, desde una decisión, o desde la indiferencia la complicidad, la apatía o la incredulidad. Y como hemos dicho se trata de un parteaguas o, como ha dicho Adolfo Gilly4, de un rayo histórico del pasado reciente, que relampaguea en el presente y que marca lo que viene de resistencia y de lucha masiva en el México de los próximos años. No sólo porque la masacre de Iguala-Ayotzinapa fue un crimen de Estado, sino porque es un paradigma que condensa los crímenes y la atrocidades, las violencias y las explotaciones del régimen y del sistema capitalista mexicano y por tanto mundial.
7. Retomando la discusión a propósito de la lucha por los 43 y las elecciones intermedias de junio (de las cuales ya dimos una postura argumentada5), ahora planteamos que las especulaciones y argumentos de López Obrador y sus seguidores de Morena, no están sustentadas; principalmente en lo que señalan de que la postura de varios sectores de la izquierda no electoral y no electoralista, de no participar, anular o boicotear (con activismos y elementos organizacionales diversos, etc.) proviene, coincide, alienta y/o coadyuva del o al gobierno, del o al PRI, del o la Oligarquía, del o a la derecha, etcétera. Craso error, falsa apreciación, equívoco planteamiento de Amlo, Morena y seguidores: pues la lucha, la resistencia, la protesta y las acciones verdaderamente cuestionadoras al régimen y antisistémicas en esta coyuntura Iguala-Ayotzinapa (que arriba hemos sintéticamente caracterizado a nivel político) NO pasan por participar electoral y electoreramente en los comicios próximos. Por el contrario, cabe resaltar la coincidencia de su posición (de López Obrador, Morena y seguidores) de que las elecciones venideras son la vía (e incluso única vía) de expresión de la democracia y de la voluntad popular con la postura del propio E. Peña Nieto, los poderes fácticos (como los empresarios y las televisoras) y con la del INE en sus atosigadores y hartadores spots (además de la coincidencia con el PAN, PRI, PVEM, PRD y demás partidos oficiales).
Se trata de una visión y postura errada que manifiesta una falsa lectura y un equívoco análisis crítico político de la situación en que se encuentra actualmente el país (y el mundo) y la lucha de las clases y sectores sociales. Y la propuesta insistente y tardía de llamar a votar por los candidatos supuestamente “alternativos” y de “izquierda” de Morena (frente al PRI y sus Aliados, incluido el PRD, PT o Movimiento Ciudadano, antes aliados de AMLO); o de hacer alianzas político-electorales entre movimientos sociales y sindicales y Morena para derrotar al PRI y sus Aliados, se sitúa desgraciadamente en el oportunismo electoralista. En verdad y honestamente hablando aprecio que Morena No ha actuado en los últimos 7 meses y medio (y quizá desde antes) como Movimiento-Partido ni siquiera como Partido-Movimiento (o “Partido en Movimiento”6), sino simplemente como Partido electoral (con tintes claramente electoralistas, es decir centrándose casi exclusivamente en la competencia y rebatinga entre candidatos, instituciones de Estado y partidos).
7 ½. Así, por ejemplo, dicho llamado a la alianza debió haber sido (y No se hizo) desde por lo menos hace 7 meses y medio, y debe ser ahora y en el futuro inmediato, pero no desde los intereses electorales/electoralistas, sino una alianza de solidaridad, de resistencia conjunta, de lucha social brazo a brazo, una alianza político-social antineoliberal, antiemperialista, antisistémica, anticapitalista y revolucionaria. ¿Amlo y Morena están dispuestos a tejerla?, Les dejamos el beneficio del desafío y de la duda.
Notas:
1  Véase mi artículo: “El Estado mexicano, Forbes y el qué hacer en la coyuntura Iguala-Ayotzinapa”, 18-11 de 2014, en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=192130
2  “El peso mexicano es la quinta moneda más transada en el mundo en el mercado cambiario sumando 135, 000 millones de dólares diarios, después del dólar americano, el euro, el yen, la libra y antes que el yuan (mucho de este comercio proviene del narcotráfico que opera con la gran banca como ya se ha hecho evidente con el caso HSBC, entre otros). Véase Oscar Ugarteche: “Los desaparecidos en México y el ASPAN”, 23/10/2014, http://www.alainet.org/es/active/78252.
3  Véase nuestro libelo: Movimientos sociales, políticos, culturales y populares. La disputa por la democracia y el poder en México (1982-2013), Editorial Ítaca, México, 2013.
4  “Este pueblo no olvida ni olvidará el crimen de Ayotzinapa, así pasen días, años, vivan seguros de ellos los jefes de este Estado. En el alma y la vida del pueblo mexicano esta tragedia seguirá presente, irreductible, dolorosa y viva.” Véase Adolfo Gilly: “Ayotzinapa, el rayo que no cesa”, http://www.jornada.unam.mx/2015/04/27/opinion/005a1pol
5  Cfr. “¿La vía electoral no está agotada en México?”, 02-0-2015 en Rebeliónhttp://www.rebelion.org/noticia.php?id=195990.
6  “Morena en lo ‘oficial’ es un partido político, pero en la práctica no pierde su esencia de movimiento social, por eso decimos que somos un partido en movimiento. El día que Morena pierda esa cualidad, ese será el día que sí tendrá validez el dicho de ‘todos son iguales?”. Véase Marco I Dávila “Elecciones en México y el llamado al boicot”, en Rebelión, 06-05-2015, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=198489&titular=elecciones-en-m%E9xico-y-el-llamado-al-boicot-. En efecto, Morena se mueve (como Partido en movimiento), y López Obrador ha sido incansable en sus mítines y asambleas, pero desde hace tiempo para beneficio esencialmente al juego electoral-electoralista-electorero.

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