Le oigo hablar en castellano, pero su lengua materna es el Mepá, un idioma que se habla en la Montaña de Guerrero (México). Tal vez por eso, la fuerza de sus palabras se corta porque intenta expresar su indignación en “castilla” para que entendamos su dolor. No le conozco, pero se parece a alguien que conocí en México.
Tiene un hijo, Mauricio, de 18 años. Dicen sus compañeros de clase que lo apodan Espinosa “porque cuando quedó pelón –puesto que es tradición en la Normal de Ayotzinapa el que los alumnos de primer ingreso deben raparse–, tiene cierto parecido con Espinosa Paz, el cantante, y porque también tiene así como el bigotito… Él es de un pueblo que se llama Matlalapa o Matlinalapa, algo así, de por La Montaña, y se prepara para ser maestro bilingüe… El compa es tranquilo, pues, se lleva bien con todos, pues, siempre en igualdad con todos…”
Estoy segura de que conozco a este papá. Es campesino. Estoy segura de que platiqué con él y que me habló de su pueblo. Se acordaba de 17 campesinos asesinados en Aguas Blancas en 1995, allí en la Costa Grande de Guerrero, de otros 11 asesinados en El Charco, en Ayutla, 11 jóvenes ejecutados por soldados en 1998.
Estoy segura de que conozco a este papá. Me habló del despojo de los pueblos indígenas de México, de cómo el gobierno les quiere echar de sus tierras, de cómo el narco también, de cómo las transnacionales europeas y norteamericanas también.
Estoy segura de que conozco a este papá que dijo “El gobierno mexicano se burla. No habló la verdad”. Me platicó de su hijo, quizás de su hermana, de su mamá, de su esposa, de su hija, de su papá. Tenía un familiar desaparecido, 2, 3, 43, tenía 25mil.
No le conozco pero se llama Eleucadio Ortega y es de Matlalapa, Tixtla, un pueblo situado a 1580 metros de altitud y hace 7 meses que no sabe nada de su hijo.
Se llama Eleucadio Ortega y su hijo, Mauricio Ortega Valerio, es uno de los 43 normalistas desaparecidos por policías municipales en Iguala, Guerrero, el pasado 26 de septiembre.
Se llama Eleucadio Ortega, es campesino y busca a su hijo que estudiaba para ser profesor bilingüe. Podría ser María Herrera, Araceli Rodríguez, podría ser Berta, podría ser la mamá de Jorge Antonio Tizapa o el papá de Israel Jacinto Lugardo.
Podría ser la hermana de Antonio Santana Maestro, o el hijo de José Guillermo Nava Mota González o de Nepomuceno Moreno, en paz descansen, que no dejaron de luchar para encontrar a sus hijos y murieron sin hacerlo. Podría ser Melchor Flores Landa, buscando a el “Vaquero Galáctico” que quería venir a hacer de estatua en Las Ramblas. Podría ser Carlos Moreno buscando a Isra en Chacahua, Oaxaca.
Eleucadio ha viajado desde Tixtla a Barcelona. Le conozco. Es el papá de Mauricio y mañana, 9 de mayo, a las 18h caminará desde la Plaça Universitat rumbo a la Plaça St. Jaume para exigir justicia por la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, por los 25.000 desaparecidos y los más de 100.000 muertos que hay en México desde 2006. Porque se los llevaron vivos, y los queremos vivos.
https://martamoli.wordpress.com/…/le-conozco-es-el-papa-de…/
Los desaparecidos nos faltan a todos.
Blog de la autora: http://martamoli.wordpress.com/
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