jueves, 14 de mayo de 2015

Los caporales del imperio



Participación de Salvador Castañeda O´Connor

Saludo con mucho respeto a quienes convocaron y a quienes participan en este foro.

Compañeros y amigos:

Voy a referirme principalmente a la Hidra capitalista y a sus barbaridades en México porque apenas soy un comunista de rancho; hablo desde la posición de quien comparte con mis compañeros del Partido de los Comunistas, la satisfacción de no habernos rendido, de no habernos vendido, de no haber claudicado y de ser adherentes a la Sexta, prácticamente desde que nacimos como organización política del proletariado.

Tenemos el orgullo además por haber sido de las pocas organizaciones que recorrieron junto a la Comisión Sexta del EZLN todo el territorio nacional, de sur a norte y de este a oeste, en lo que se le conoce como La Otra Campaña. Aunque en el recorrido haya muerto de un infarto nuestro Secretario General, el inolvidable compañero Sergio Almaguer Cosío.

La Revolución mexicana, hecha por campesinos, indígenas, obreros y pequeños burgueses, destruyó la dictadura porfirista; reconoció la lucha de clases y los derechos sociales de la clase obrera y de los campesinos; reconoció la personalidad jurídica de los pueblos originarios y ordenó la restitución de sus tierras, aunque esto sólo se haya logrado en una mínima parte; multiplicó las fuerzas productivas y elevó los niveles de vida de la población; transformó a México de un país agrario y minero, en un país agrícola e industrial; y tomó medidas para asegurar su desarrollo independiente respecto del extranjero, puesto que ya había sufrido el despojo de más de la mitad de su territorio a manos de los Estados Unidos y soportado y vencido la intervención política y militar del Imperio Francés.

El presidente Alemán, representante de la burguesía, que surge y se fortalece a causa del desarrollo económico post- revolucionario, asaltó los sindicatos con el ejército para imponer a dirigentes adictos al gobierno llamados “charros”; agredió a los campesinos, al conceder a los terratenientes la posibilidad de acudir al juicio de amparo contra las resoluciones agrarias; expropia ejidos para construir fraccionamientos urbanos; entrega las tierras de riego a los ricos; traiciona al movimiento y se convierte en un hombre muy próspero.

Establecida la hegemonía burguesa, se mantiene, sin embargo, el crecimiento económico, a base del capitalismo de Estado, hasta que llega una época de declinación y crisis, que termina con el arribo al poder de funcionarios neoliberales para interrumpir el desarrollo independiente del país y suprimir los derechos de la Nación, de los obreros, de los campesinos, de los indígenas y de toda la población.

La elección del presidente Miguel De la Madrid, no fue cuestionada, pero él fue quien en 1982 modificó radicalmente nuestra Constitución, para facilitar la aplicación de las prácticas neoliberales y poner al Estado al servicio de los monopolios.

El nuevo artículo 25 constitucional, por ejemplo, obliga al Estado a apoyar a las empresas del sector privado y a proteger la actividad económica que realizan los particulares, cuando la tesis original es que la propiedad privada no es un derecho inherente al individuo sino una concesión que la Nación le otorga, a la que puede expropiar e imponerle las modalidades que dicte el interés público. La reforma se propuso fortalecer a los monopolios nacionales y extranjeros, en lugar de combatirlos.

Toda la reforma estaba llena de contradicciones y falsedades. Se reclamaba para el Estado la rectoría del desarrollo económico, cuando, por otra parte, se abría el camino para despojarlo de las empresas del sector público, que eran precisamente las que materialmente permitían dicha rectoría. Se facultaba innecesariamente al Estado para planear la economía, porque esa facultad ya estaba prevista en artículo 27 de nuestra Constitución, con el propósito expreso de eximir a los particulares de la obligación de someterse a dicha planeación.

Desmintiendo el prestigio de la Constitución de Querétaro, que fue considerada, en su tiempo, como la más avanzada, la nueva Constitución, pasó a ser la única en el mundo que consagra el mando del capital monopólico trasnacional.

32 años más tarde Peña Nieto promueve, con carácter urgente y sin discusión, reformas constitucionales para despojar a la Nación y a los trabajadores de los pocos derechos que aún conservaban y para convertir las garantías en delitos, elevando al más alto rango jurídico las prácticas fascistas

A pesar de este alegato, estoy muy lejos de creer en la magia del derecho.

A Hitler nunca le preocuparon mucho las cuestiones legales. Gobernó inclusive con la constitución de Weimar, él impuso el terrorismo fascista de hecho. A nuestros gobernantes, en cambio, les encanta legislar, aunque para ellos el derecho es como el juego del “Jadir”, que cambia las reglas según el capricho y conveniencia de quien reparte las cartas.

El origen de nuestro sometimiento a los monopolios globales que surgieron a causa de leyes objetivas del desarrollo del capitalismo, es el reconocimiento y pago puntual de una deuda moralmente inaceptable y materialmente impagable, que pasó de 2 mil millones de dólares en 1964 a 19 mil millones en 1976, sobrepasando los 50 mil millones de dólares durante la administración de López Portillo.

Frente a la crisis que vive el país, muchos mexicanos de buena fe, apelan al artículo 39 de nuestra Constitución para llamar a nuestro pueblo a que en uso de su soberanía, imponga los cambios revolucionarios que nuestra sociedad necesita. Eso me parece bien, pero lo que va a provocar esos cambios, es una ley inexorable del desarrollo social descubierta por Carlos Marx, quien nos dice que, cuando las relaciones de producción no se corresponden con el desarrollo de las fuerzas productivas se produce la revolución social. Y en nuestro país hace mucho tiempo que las fuerzas productivas más que trabadas han sido radicalmente subsumidas por una estructura productiva comandada por el capital monopólico trasnacional. Sólo falta que nuestro pueblo tenga conciencia de ello. Falta la subjetividad revolucionaria.

Como sea, sospecho que el capitalismo degeneró en barbarie y las consecuencias de la dictadura neoliberal están a la vista:

-El Estado mexicano expropió a la Nación sus bienes inalienables, incluyendo la mayor parte de su territorio y desnacionalizó la casi totalidad de las empresas del sector público, para terminar desnacionalizándose a sí mismo, abdicando de su soberanía a favor de los monopolios globales que ejercen su dominio por conducto del gobierno norteamericano.

-La Nación mexicana carece ahora del derecho a autodeterminarse.

-El pago de la deuda externa distrae enormes recursos que debieran emplearse en medidas contra el hambre. Además nos convierte de manera absurda en exportadores de divisas e importadores de alimentos.

-Se canceló la Reforma Agraria y se pusieron a la venta las parcelas ejidales no solo en perjuicio de ejidatarios sino de la integridad del territorio nacional.

-Se suscribe el Tratado de Libre Comercio y se inaugura la ruina económica del país.

-El crecimiento promedio del PIB, oscila entre el 1 y el 2%. ” El crecimiento económico , dice el economista Arturo Guillén, bajo el neoliberalismo, se ha asemejado, al “vuelo de la gallina”: corto y a ras de tierra”.

-El campo está en la ruina, se ha perdido la soberanía alimentaria. Puesto que tenemos que importar más del 50% de granos y otros productos de primera necesidad.

-La industria nacional desmantelada.

-El hombre que es la principal fuerza productiva ha sido expulsado de los procesos productivos y arrojado a la llamada economía informal, al desempleo y a la marginación. México, está integrado, dijo la Comandanta Esther en la tribuna de la Cámara de Diputados, por los que producen, por los que se enriquecen y por los que piden limosna.

-El balance de 2014, elaborado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, advierte que lo único que crece es la pobreza y el hambre.

-20 millones de mexicanos, según confesión del gobierno, no tienen que comer el día de hoy.

-Los salarios han perdido en poco tiempo el 70% de su poder adquisitivo.

- La desigualdad social es enorme, al grado que un obrero, así sea calificado y perciba 20 salarios mínimos, necesitaría trabajar 325 años para ganar lo que el señor Carlos Slim gana en un día (142 millones de pesos, según la revista Forbes) .

-La plusvalía, que los capitalistas obtienen del trabajo humano es de enormes proporciones, apenas comparable con la que obtenían los nazis en los campos de concentración.



Por si fuera poco, desde 1993 se han otorgado 43 mil 675 concesiones, a empresas mineras extranjeras, que incluyen 95 millones 765 mil 800 hectáreas, lo que representa la mitad de nuestro territorio, superficie sobre la cual no puede desarrollarse ninguna actividad productiva, agrícola, ganadera o forestal, al menos que la emprenda el mismo concesionario. El promedio de una parcela es de 5 hectáreas, mientras que las concesiones mineras llegan a poseer hasta 5 mil hectáreas. Además del riesgo de perder esa superficie para siempre, cancelamos de plano, el crecimiento de la economía rural. De paso debo decir que la cantidad de oro que sustrajeron las empresas en 10 años fue de 420 toneladas, contra las 190 toneladas que se extrajeron durante los 300 años de la colonia

Quienes nos gobiernan no tienen opinión sobre las políticas públicas que se aplican en el país. Ni siquiera pueden compararse con los virreyes que representaban aquí a la Monarquía española, que se quedaban con la mayor parte del oro y la plata, mientras que los gobiernos actuales solo retienen menos del 2% del valor de los metales que extraen de nuestro territorio. Son incapaces de enmendarle una coma a las leyes, presupuestos y demás instrucciones que les envía la metrópoli, cuando los virreyes se desentendían de algunas cédulas reales mediante la fórmula:” Se acatan pero no se cumplen”.

Son apenas los caporales del imperio.

En su calidad de testaferros de los poderes trasnacionales desplazan a los grupos políticos y económicos orientados por la vieja lógica del capitalismo nacional. La progresiva refundación de los Estados nacionales limita la actividad de los parlamentos a la aprobación formal de legislaciones de factura trasnacional, en tanto sus órganos ejecutivos y sus tribunales quedan atados de pies y cabeza.

Es totalmente falso que el voto mayoritario del pueblo haya designado a nuestros gobernantes. Su origen es el golpe de Estado y el fraude electoral. Gobiernan gracias a la fuerza del ejército, la policía, grupos paramilitares y bandas del narcotráfico, con el apoyo de la potencia militar del imperialismo.

Las elecciones están concebidas para legitimar a los que detentan el poder. No son por hoy, un camino para el cambio. De que sirve integrar un parlamento que ni parlamenta ni decide nada, solo formaliza los paquetes legislativos que nos mandan los gringos.

Compañeros y amigos:

En el Manifiesto Comunista se dice que la lucha de clases conduce a la transformación revolucionaria de toda la sociedad o al hundimiento de las clases en pugna. Ninguno de estos dos fenómenos se ha producido en México, pero si existe una transformación de las clases fundamentales, que se encamina a su hundimiento.

Por el lado de la burguesía, han desaparecido los múltiples monopolios de carácter nacional para que aparezcan los grandes monopolios globales que, siendo unos cuantos, concentran la producción económica y acumulan la mayor parte de los capitales en el mundo. Los burgueses se están haciendo poquitos al grado que los dueños de riqueza no llegan ni con mucho al 1% de la población mundial.

La burguesía mexicana montada en el proceso revolucionario que iniciaron en 1910, los obreros, los campesinos y la pequeña burguesía y que, según Atilio Borón, fue la más poderosa de todas las burguesías de América Latina, al disponer sin ningún derecho de la casi totalidad de las empresas públicas, que eran además la base material de su existencia, ha pasado a convertirse en un parasito social en vías de extinción.

Respecto a los mexicanos que encabezan o figuran en la lista de Forbes, se puede decir que son criminales de la peor especie, que se han enriquecido hasta lo absurdo, a costa del patrimonio de la Nación o explotando sin piedad a los trabajadores. La Nación les entrega, casi sin costo, las riquezas de su territorio, del espacio, del mar y del subsuelo. No gobiernan a México directamente sino a través de su participación en los monopolios globales.

Los burgueses más enriquecidos aquí son tan poquitos que la prensa nacional difundió el dato de que menos de 20 familias mexicanas reciben más ingresos que el resto de la población en su conjunto.

En la otra cara de la moneda, buena parte de la clase obrera ha sido expulsada de las empresas a causa del creciente empleo de máquinas, producto de los avances impresionantes de la ciencia y la tecnología, no para formar parte del ejército industrial de reserva, desde donde pueden recuperar su empleo, sino de la población sobrante.

El numero de trabajadores asalariados en nuestro país ha disminuido y la tendencia es que sigan disminuyendo .Todavía en el 2008, 28 millones de personas eran trabajadores remunerados y subordinados mientras que 3 años más tarde sólo eran 13.2 millones, menos que los trabajadores que participan en la llamada economía informal que sumaron 14 millones de personas, lo que acredita que, desde el punto de vista del número de trabajadores, las relaciones capitalistas de producción, basadas en la explotación del trabajo asalariado, han dejado de ser las más importante , lo que nos lleva a la reflexión de que tal vez la Hidra capitalista se esté consumiendo así misma porque la esencia del capitalismo es precisamente la explotación del trabajo asalariado.

“En términos económicos, dicen Rafael Cervantes Ramírez y otros analistas cubanos en su ensayo “Transnacionalización y Desnacionalización”, el efecto fundamental de la revolución de las fuerzas productivas contemporáneas es el ahorro gigantesco de trabajo humano, en tanto que la ley económica fundamental que preside el movimiento de todo capitalismo es la producción de plus trabajo”.

La clase obrera si tiene ahora algo que perder: el empleo. Compite por el empleo con sus propios hermanos de clase, abaratando la mano de obra. Vive a la defensiva, tratando de conservar uno a uno los derechos que va perdiendo y las conquistas de clase logradas en el pasado, en una lucha reivindicativa que resulta insuficiente. En México, ni siquiera cuenta, con verdaderos instrumentos de lucha, como son los sindicatos y los partidos obreros, de los que ha sido despojada. En ninguna parte del mundo, y mucho menos en Europa o los Estados Unidos, donde se supone que existe una clase obrera más numerosa, organizada y experimentada se le ve luchando contra el sistema o por el socialismo.

Pero la frase del Manifiesto que se refiere al “hundimiento de las clases en pugna”, tiene un sentido más profundo, de tal manera que si los mexicanos no nos organizamos para darle a la sociedad los cambios revolucionarios que reclama, nos espera la involución y el retroceso.

¿Quiénes son entonces los sujetos del cambio?

El comandante José Ramón Balaguer, responsable de la política internacional del Comité Central del Partido Comunista de Cuba ha escrito “…la clase obrera sigue siendo la productora de la casi totalidad de la masa de riqueza sobre la que se asienta no solamente el desarrollo, sino la subsistencia misma de la humanidad, por lo que en la lucha de clases sigue siendo determinante… la contradicción entre burgueses y proletarios sigue siendo la contradicción antagónica fundamental del capitalismo”. Pero también advierte que la noción de que en cualquier circunstancia histórica, la clase obrera esta necesariamente obligado a ejercer ese rol, que le está reservado de manera exclusiva, no es sino una vulgarización del pensamiento marxista. Además, agregaría yo, Marx y Engels no se refirieren en el Manifiesto solo al proletariado industrial, sino a todo el proletariado en su conjunto, a quienes carecen de los medios de producción y de subsistencia.

En México, el Partido de los Comunistas y sus aliados tienen una línea de ruptura y de enfrentamiento con el sistema capitalista, más son los pueblos originarios los que han tomado la iniciativa, como lo demuestra la organización de este foro.

El Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, siendo un agrupamiento armado, emprende la contradicción, que linda con la epopeya, de oponerse al sistema capitalista con formas pacíficas. No destruye ni mata; construye autonomías y defiende la vida; impulsa la economía y el trabajo colectivo en beneficio de todos los hombres, las mujeres, los niños y los ancianos; reinstala la democracia griega pero sin esclavos, bajo el principio que pronto será universal de “Mandar obedeciendo”. .

Frente a los peligros que se ciernen sobre nuestro planeta, como la contaminación ambiental, el cambio climático, y el posible uso de armas nucleares, el Comandante Fidel Castro ha hecho frecuentes y dramáticos llamados a todos los pueblos del mundo para enfrentar juntos a los imperialistas. La contradicción que enfrenta la humanidad con quienes se sienten los dueños del planeta no está por encima de la contradicción entre lo nuevo y lo viejo, ni niega el principio de la lucha de clases, ni tiene nada que ver con llamados románticos por la paz, sino por el contrario, llama a todos los pueblos del mundo a derrocar al capitalismo destruyendo a los monopolios globales. “ El sistema económico que ha prevalecido,   dice Fidel Castro , es incompatible con los intereses de la humanidad. Debe cesar y cesará”.

Respecto a nuestro país. ¿Quiénes son las víctimas, y por tanto, los más interesados en combatir la barbarie?

La Nación, los trabajadores, los pueblos originarios y las masas marginadas.

La Nación ha perdido su derecho a la autodeterminación y buena parte de su territorio y de su patrimonio. La faja prohibida para extranjeros en las fronteras y litorales, es ahora faja exclusiva para ellos. Se ha entregado a los concesionarios extranjeros más del 50% de nuestra superficie y las riquezas del subsuelo. El petróleo solo es propiedad inalienable de la Nación, mientras permanezca en el subsuelo. En lugar de ser la expropiadora ha sido expropiada de las minas, los ferrocarriles ,la industria siderúrgica, los teléfonos, las carreteras, los puertos, la aviación, los bancos, las empresas comerciales, los seguros, la electricidad, el petróleo y pronto lo será del agua.

A la clase obrera y a todos los trabajadores se les ha privado de sus derechos históricos, entre ellos, el derecho de huelga, y han sido despojados de sus instrumentos de lucha, en acciones de carácter abiertamente fascistas, según la caracterización que del fascismo hace Palmiro Togliatti.

A los pueblos indígenas se les sigue agrediendo como hace quinientos años. Y se les sigue despojando de sus tierras y aguas. Se atenta todos los días contra su vida y su cultura milenaria..

Las masas marginadas, en opinión de los monopolios globales, son población sobrante que debe desaparecer. ¿Cómo? Con guerras de exterminio, epidemias, hambre, enfermedades, desaparición forzada y asesinatos vulgares.

Los crímenes del sistema han llegado más allá del genocidio corriente. Y la corrupción de nuestros gobernantes actuales, no tiene parangón en ninguna parte de nuestra historia.

México es una colonia que se gobierna con métodos fascistas.

El fascismo del siglo pasado fue enfrentado en México por un gran frente nacional encabezado por la clase obrera, agrupada en una central única, que se organizó con anterioridad a los frentes nacionales propuestos por Jorge Dimitrov. El fascismo y la barbarie de nuestros días encuentran a los mexicanos desorganizados y dispersos. Tengo la convicción de que el día que se unan los partidarios de la liberación nacional y del progreso social, como lo hicieron en la guerra de independencia, caerán el gobierno, el Estado burgués y el sistema.

Sostengo que el EZLN, tiene como nadie, la suficiente autoridad política y moral para convocar a la sexta y a todas las resistencias, que existen por miles en el país, a la formación de un frente nacional por la liberación nacional, por la vida, la libertad y en contra de la barbarie. Este frente debe ser de los proletarios, de los que sufren. No pretende incorporar a los enemigos de la nación, del pueblo y de los cambios revolucionarios.

Por eso creemos en la vigencia de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y en su llamado a “hacer es un acuerdo con personas y organizaciones mero de izquierda…Y tal vez encontramos un acuerdo entre los que somos sencillos y humildes y, juntos, nos organizamos en todo el país y ponemos de acuerdo nuestras luchas que ahorita están solas, apartadas unas de otras, y encontramos algo así como un programa que tenga lo que queremos todos, y un plan de cómo vamos a conseguir que ese programa, que se llama “programa nacional de lucha”, se cumpla.

Y entonces, según el acuerdo de la mayoría de esa gente que vamos a escuchar, pues hacemos una lucha con todos, con indígenas, obreros, campesinos, estudiantes, maestros, empleados, mujeres, niños, ancianos, hombres, y con todo aquel que tenga bueno su corazón y tenga la gana de luchar para que no se acabe de destruir y vender nuestra patria que se llama “México” y que viene quedando entre el río Bravo y el río Suchiate, y de un lado tiene el océano pacífico y del otro el océano atlántico.”

Formado el frente, le corresponderá en primer lugar precisar, mediante un debate colectivo y democrático, que se eleve al plano sereno de la ciencia, la vía revolucionaria para enterrar al capitalismo, fascismo, barbarie, o como se llame, y enterrarlo boca abajo como lo propuso en vida el Subcomandante Marcos, para que entre más le rasque más se hunda. El desarrollo de la sociedad humana como el de la naturaleza está sujeto a leyes objetivas de las que debemos servirnos para impulsar las transformaciones revolucionarias que reclama la sociedad.

Optar por la violencia armada, siempre será un privilegio del enemigo. Pero si a algo le temen los norteamericanos es que los hechos de guerra se produzcan dentro de su territorio y no deben olvidar que allí habitan más de 20 millones de mexicanos, de los cuales, la mitad por lo menos, se rebelarán contra una nueva agresión armada sobre nuestro país.

En la lucha por la liberación nacional, tan comprometida por el TLC, los indios de México tuvieron voz y la tuvieron muy fuerte. Frente al desmantelamiento de los ejidos y la privatización de sus parcelas, que provocó la contrarreforma al artículo 27 constitucional, los zapatistas pusieron en marcha un nuevo agrarismo, basado en la tesis inmortal de que “la tierra es de quien la trabaja”. Frente al abandono de las tareas del Estado en materia de promover el desarrollo económico independiente, el progreso social y la democracia, los zapatistas iniciaron la lucha por la autonomía política, económica y social de los pueblos indígenas, privilegiando el trabajo colectivo y la autogestión.

A partir del primero de enero del año de 1994 cuando brotó como un milagro de la naturaleza y de la historia, la insurgencia zapatista, los indios de México han dejado de ser el objeto de la solidaridad de los mexicanos bien nacidos, para transformarse en sujetos revolucionarios contra el sistema capitalista y el dominio de los monopolios globales. Ni siquiera sería válido el reclamo ortodoxo de que la clase obrera es la clase revolucionaria por excelencia, porque esta última está integrada en buena parte por indígenas.

Los zapatistas han demostrado que podemos impulsar la economía y el verdadero bienestar de nuestros semejantes sin necesidad de la maldita explotación del hombre por el hombre.

Yo he visto la alegría de los zapatistas en la región de que venturosamente son dueños y señores. Y los he visto también, fuertes, sanos, solidarios y cariñosos, por la sencilla razón de que no se explotan unos a otros. Yo he visto a los zapatista amar, como pocos mexicanos, a la tierra y a su Nación.

El desarrollo de las autonomías zapatistas, es un camino probado que podemos emprender los mexicanos en el campo y las ciudades, de acuerdo con las particularidades de cada región del país. También hay que obtener experiencias de la llamada economía informal, que mejor debiera llamarse economía social, que bien pudieran ser un conjunto de relaciones de producción distintas a las de carácter capitalista.

Estas realidades acreditan que los mexicanos no necesitamos del gobierno ni del sistema de la explotación humana para que organicemos nuestra propia economía, nuestra propia democracia y la prestación de los servicios indispensables que requiere la población.

Si por otra parte, se logra construir en el mundo otro polo, opuesto a la dominación hegemónica de los Estados Unidos y socios, los caminos de la revolución quedarían despejados y lo que importa, como dicen los gitanos del cuento de Máximo Gorki, es precisamente el camino.

San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Mayo de 2015.

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